Washington mira de reojo el pulso en Catalunya

Ricardo Mir de Francia / Washington

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El Congreso no ha abordado el asunto públicamente. El Departamento de Estado solo ha contestado a dos preguntas de periodistas españoles. Y la Casa Blanca ha guardado hasta ahora silencio, una actitud que muy probablemente cambiará cuando Mariano Rajoy se reúna este martes con Donald Trump. El conflicto político catalán ha pasado hasta el momento de puntillas por los círculos de poder de la capital de Estados Unidos, un país que tiende a mantener cierta distancia en los debates territoriales de otros Estados. A menos que vea amenazados sus intereses o que la fricción política degenere en violencia, los reduce a “asuntos internos”. En la prensa, el escenario es algo distinto. La cobertura ha aumentado notablemente en las últimas semanas y destila ciertas simpatías hacia el referéndum catalán.

“Yo diría que el asunto no está en el radar de demasiada gente, ni en la Administración ni el Congreso, más allá de aquellos que se ocupan específicamente de Europa Occidental y España”, asegura a este diario Spencer Boyer, quien trabajó hasta hace unos meses en el Consejo Nacional de Inteligencia, un organismo que moldea la estrategia a largo plazo del espionaje estadounidense e influye en la política exterior. Boyer, que sirvió antes en el Departamento de Estado, se ocupaba del portafolio europeo. “Parte de la explicación estriba en que sigue vacante la plaza de secretario adjunto para Asuntos Europeos en el Departamento de Estado. Pero también influye que Washington esté distraído con otros asuntos candentes alrededor del mundo”.  

El conflicto con Corea del Norte, el futuro del acuerdo nuclear con Irán o el referéndum unilateral en el Kurdistán iraquí, un aliado indispensable de EEUU en la lucha contra el Estado Islámico, son tres claros ejemplos. “No creo que vaya a haber muchos pronunciamientos a menos que se extiendan las ramificaciones del conflicto político o que la reacción del Gobierno español vaya más allá de lo que se considera propio de una democracia respetable”, opina Boyer.

La cautela ha sido hasta ahora la norma. La ministra española de Defensa, Dolores de Cospedal, dijo el domingo haber recibido el “apoyo al Gobierno español en la defensa del Estado de Derecho y de la legalidad” de su homólogo, James Mattis, pero fue ella y no el estadounidense quien lo transmitió a la opinión pública. La pregunta es qué hará este martes Trump, el hombre que como candidato jaleó el referéndum de independencia en Escocia y la salida del Reino Unido de la Unión Europea, ambos procesos pactados, a diferencia del referéndum catalán, declarado ilegal por el Tribunal Constitucional.

Como presidente, el republicano ha hecho bandera de la soberanía nacional y el respeto a la integridad de los Estados, como quedó patente en su reciente discurso ante Naciones Unidas. “Es muy difícil saber qué hará este presidente. No es un estudioso de los asuntos europeos y españoles, y yo diría que no sabe casi nada del tema. Dicho esto, me sorprendería mucho que exprese otra cosa que el apoyo a una España unida y soberana”. Eso mismo hizo Barack Obama, al defender una España “fuerte y unida”. Esta vez, fuera de la Casa Blanca, es posible que se oigan gritos en sentido opuesto porque la Assemblea Nacional Catalana ha convocado una manifestación en defensa del referéndum a la misma hora de la rueda de prensa de Trump y Rajoy en el Rose Garden.  

Bajo la presidencia de Trump, el Departamento de Estado ha sido marginado. La política exterior la cocinan un estrecho círculo de allegados en la Casa Blanca y sus generales de confianza. Es, por tanto, poco previsible que los generales quieran alienar a un socio de la OTAN. Tampoco el Congreso, donde más lobi han hecho los representantes del Govern en EEUU, ha roto últimamente lanzas por el referéndum, más allá de los tres o cuatro congresistas que lo hicieron en su día. El asunto no se ha debatido públicamente en los comités de Exteriores y no hay planes para hacerlo próximamente, según fuentes consultadas por este diario.

Es la prensa la que más interés está mostrando y, como sucede en Europa, se podría decir que España está perdiendo a los puntos la batalla mediática. 'The New York Times' publicó en junio un editorial donde tildaba de “intransigente” la actitud del Gobierno de Rajoy. “El mejor desenlace para España sería permitir el referéndum y que los votantes catalanes rechacen la independencia”, escribió el rotativo neoyorkino. Hace solo tres días, 'The Washington Post' publicó una tribuna firmada por Carles Puigdemont. “Lo siento, España. Catalunya votará por la independencia, te guste o no”, rezaba el titular.

Los esfuerzos de Madrid por contrarrestar últimamente ese mensaje han sido bastante precarios y han corrido a cargo del titular de Exteriores, Alfonso Dastis. En una entrevista con Bloomberg, concedida durante su asistencia a la Asamblea General de la ONU, acusó a los independentistas de utilizar “tácticas nazis” y poco después tuvo una charla en Facebook con sus internautas.