EL ÓRDAGO INDEPENDENTISTA

La guerra larvada en el Govern tensa los preparativos del referéndum unilateral

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XABIER BARRENA / FIDEL MASREAL / BARCELONA

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Si se vierte en un vaso agua y aceite y, con un cucharón, se remueve velozmente la mezcla, a bote pronto parecerá que el volumen líquido contenido es único. Sin embargo, si se deja reposar, al poco, la densidad dictará su ley y pondrá la capa oleosa y la acuosa bien diferenciadas. Sirva este ejemplo digno de Barrio Sésamo para explicar gráficamente la alianza entre el PDECat y ERC en el Govern, siendo el vaso el mismo Consell Executiu y el cucharón, claro está, el ‘procés’, ahora en fase de referéndum unilateral.

Dicho de otro modo, en una situación nunca antes vista ni vivida, como los albores de una eventual consulta de autodeterminación, los dos partidos que forman el Ejecutivo catalán andan a la greña, como siempre. De manera solapada, sí, sobre todo ahora que el electorado secesionista no perdonaría una implosión interna que facilitara el trabajo del Estado por socavar el tirón del independentismo en la sociedad.

Las hostilidades entre posconvergentes y republicanos cuentan con elementos nuevos y otros de corte más clásico. Verbigracia, ERC acusa al PDECat, o más concretamente a algunos de sus miembros en el Govern, de no estar remando con todo el ahínco exigible en pos del referéndum. Es más, algunas voces señalan que ya no es que hagan resistencia pasiva, sino que ponen palos en las ruedas.

Los republicanos vuelven así a lo que ya anticipaban en la campaña de las elecciones del Parlament del 2012, cuando Oriol Junqueras ‘vendía’ a su partido como el único capaz de controlar que los convergentes no abandonaran el ‘procés’ “en la primera curva”. “Sabíamos que pasaría esto”, señala una fuente de ERC molesta con el PDECat. En cinco años no ha habido novedad, pues.

LA RESPUESTA NEOCONVERGENTE

Siempre bajo promesa de anonimato, los posconvergentes tildan de “mezquinos” a los republicanos por propagar aseveraciones de ese tipo. Y recuerdan que todavía es hora de que haya un miembro de ERC condenado por sus actos soberanistas, en referencia a los tres convergentes (MasIrene Rigau y Francesc Homs) y Joana Ortega inhabilitados por su papel en el 9-N.

Acto seguido, primera novedad del relato respecto a décadas anteriores: los neoconvergentes atribuyen a los republicanos un gran tacticismo electoral, a sabiendas de lo que los vientos demoscópicos les son propicios. Antaño, sin ir más lejos el propio 2012, los cálculos eran coto privado de los convergentes.

Con todo, cabe consignar que hoy por hoy no es lo mismo el PDECat que el presidente de la Generalitat. La cúpula del partido se centra en que la formación vaya cogiendo músculo y no pierda las posiciones templadas en el convulso mapa ideológico. Y deja para Carles Puigdemont y el grupo parlamentario de Junts pel Sí toda la tarea del encaje de bolillos del 'procés'. Valga como muestra que en más de una de las cumbres sobre el 'procés' en el Palau no ha acudido la cúpula del PDECat, sino solo su hombre fuerte en el Parlament, Jordi Turull.

EL PDECAT, UN "SINDIÓS"

Seguramente por esta situacón interna del PDECat, Esquerra concluye que no son todos los neoconvergentes los que ponen palos en las ruedas, sino algunos sectores u individuos. “Ese partido ahora mismo es un sindiós“ afirma textualmente una fuente. Es decir, el mismo sainete que los convergentes usaban antes sobre los republicanos cuando estos tenían líos internos, es decir, cada dos por tres. El caos ha cambiado de bando.

ERC, por ejemplo, reconoce el compromiso del ‘president’ Puigdemont, así como el de algunos ‘consellers’ posconvergentes. También de la cúpula actual del PDECat, que comanda Marta Pascal. Las dudas se ciernen, sin embargo, sobre algunos titulares de departamento y altos cargos.

LA CUP Y EL GOVERN

Fuera del Govern, pero aún dentro del sector independentista del Parlament, la CUP coincide con el diagnóstico republicano. “En el PDECat hay quien mira por él y su futuro personal, quien piensa en el futuro del partido y en cómo salir de esto sin acabar con la ropa hecha jirones y otros que piensan en la independencia”, resume un dirigente anticapitalista. El pasado jueves, el 'cupaire' Quim Arrufat, sin dar nombres, abogó por cambiar piezas en el Consell Executiu, si es que realmente hay miembros que no reman en dirección al referéndum.

¿Acaso hacen ERC y la CUP una pinza sobre los demócratas? No. El mismo Arrufat, por ejemplo, se posicionó del lado de los posconvergentes a la hora de valorar qué se puede contar el próximo martes de la ley de transitoriedad. Mientras algunos republicanos son partidarios de la máxima transparencia, los del PDECat, por aquello de no dar carnaza a la justicia española antes de tiempo, prefieren ser algo más contemporizadores.

Arrufat añadió otra razón: evitar la presión mediatica madrileña que se derivaría. “Cogerían cada día un artículo de la ley y montarían un escándalo diario”, advirtió, consciente de que estos medios de comunicación, sobre todo audiovisuales, cuentan obviamente con una buena legión de adeptos en Catalunya.