LA ESTRATEGIA DE LOS MORADOS

Podemos falla en su ensayo para echar a Rajoy

Cristina Cifuentes da el pésame a Ramón Espinar por el fallecimiento de su abuela durante el pleno de moción de censura en la Asamblea de Madrid.

Cristina Cifuentes da el pésame a Ramón Espinar por el fallecimiento de su abuela durante el pleno de moción de censura en la Asamblea de Madrid. / periodico

IOLANDA MÁRMOL / MADRID

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Cristina Cifuentes comió en un McDonald's de Vallecas con su equipo, en una actitud despreocupada, como si fuese ajena a la moción de censura que Podemos planteó este jueves contra ella en la Asamblea de Madrid. Tenía motivos para mantener el tipo: los morados no lograron la victoria matemática, que estaba descartada desde el principio, ni tampoco el triunfo moral que sí aspiraban conseguir acorralando a la presidenta madrileña con la corrupción del PP. 

El debate careció de altura institucional y quedó reducido a un mero circo por el tono marrullero de unos portavoces populares que consiguieron dominar el debate agitando el manido monstruo mitológico de <strong>Venezuela</strong> -quizá sin saber que eso ya no les duele- y las disputas internas -que siguen infectadas-. El resultado fue el previsible.

Podemos se quedó solo -27- en la votación (PP y C's votaron en contra - 64- y el PSOE -37- se abstuvo) y su candidata, Lorena Ruiz-Huerta, amortizada. Cifuentes estuvo presente en toda la sesión pero no intervino, parapetada tras los discursos pretorianos de sus consejeros, que lincharon a Podemos como "el partido más infame del mundo occidental". Hacia el final del pleno, los populares abandonaron sus escaños en protesta por las palabras del jefe podemista madrileño, Ramón Espinar, que les acusó de aplaudir a los que roban.

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La moción sirvió como ensayo general fallido para la que <strong>Pablo Iglesias</strong> presentará el próximo martes en el Congreso. Ambos partidos pusieron a prueba sus estrategias y midieron sus errores. Los populares son conscientes de que deben medir el tono bronco; los podemistas saben que no pueden repetir sus equivocaciones. La peor, el discurso de Ruiz-Huerta. Buscaba ser riguroso, se quedó en púmbleo y desilusionó incluso en las filas moradas. El gesto de los máximos dirigentes del partido era un poema mientras la escuchaban. Ella acusó al PP de ser "indigno" tras los escándalos de corrupción y le reprochó los recortes sociales.

"PARTIDO PEDERASTA"

Si el empeño del PP era menospreciar la moción de censura, lo consiguió solo con insultos. El más bronco fue el consejero de Presidencia, Ángel Garrido, quien acusó a Podemos de ser un partido "estalinista" sufragado por el régimen venezolano y comandado por un "líder supremo" que ha convertido la "canallada" en su seña de identidad. Agitó las viejas críticas vertidas sobre Podemos desde su nacimiento (todas ellas archivadas por la justicia) y señaló a la cúpula morada, que asistía a la sesión desde la tribuna: Iglesias, Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero e Irene Montero. "Quizá no tienen confianza en sus líderes regionales y vienen ellos a supervisar", atizó Cifuentes. El portavoz, Enrique Ossorio, llegó a tildar a Podemos de "partido pederasta".

{"zeta-legacy-phrase":{"name":"Pablo Iglesias","position":"SECRETARIO GENERAL DE PODEMOS","text":"\"Rajoy deber\u00eda tener la gallard\u00eda de salir. Es pat\u00e9tico, triste y me avergonzar\u00eda si se pone detr\u00e1s de la vicepresidenta y sus ministros porque no se atreve a debatir\""}}

El PSOE jugó a la neutralidad de la abstención y ni siquiera intervino su número uno autonómico, Ángel Gabilondo. Delegó en su portavoz, que acusó a la presidenta de "continuismo" con las políticas de Esperanza Aguirre, y tomó distancia de una moción que considera "contraproducente" e "inviable".  

Ciudadanos lamentó la "pérdida de tiempo". "Si no tienen ni apoyo, ni proyecto, ni programa están perdiendo el tiempo. Hasta Iglesias se ha ido ya, supongo que tenía el tramabús a ralentí. Así que cuanto antes terminemos mejor", reprochó el líder autonómico, Ignacio Aguado.