Hernando llora la marcha de Hernando

El socialista Antonio Hernando (izquierda) y el popular Rafael Hernando conversan en el hemiciclo del Congreso.

El socialista Antonio Hernando (izquierda) y el popular Rafael Hernando conversan en el hemiciclo del Congreso.

PATRICIA MARTÍN / MADRID

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Mucho se ha escrito en la presente y la legislatura fallida sobre las relaciones contra natura entre los dos 'Hernando': el portavoz del PP, Rafael Hernando, y su homólogo en el PSOE, Antonio Hernando. Pese a las diferencias ideológicas, ambos han tejido complicidades que ha marcado las negociaciones y ha permitido fraguar acuerdos en el Congreso.

Una situación que puede que no se repita con José Luis Ábalos, el portavoz interino elegido por Pedro Sánchez, o quien quiera que le sustituya tras el congreso federal de junio. Antonio Hernando presentó su dimisión tras conocerse la victoria del líder defenestrado, a sabiendas de que este no le perdonó su giro histórico del 'no es no' a la política pactista con el PP.

Horas antes de que se conociera la decisión de Sánchez, Rafael Hernando evidenció que echará y mucho de menos a su tocayo de apellido, con el que ha compartido mantel en varias ocasiones, la más sonada, cuando cenaron después del 20-D, en un momento que ganaba enteros un posible pacto entre Sánchez y Pablo Iglesias

"CON MAYOR CABEZA"

Sin rubor alguno, en una entrevista en RNE, hizo este miércoles un panegírico sobre las virtudes del que fuera su homólogo socialista, al que definió como "uno de los portavoces más sensatos y con mayor cabeza para pensar en los intereses de España". 

El popular llegó a decir, para marcar de paso distancias con Sánchez, que "gracias a personas" como Antonio Hernando "el salario mínimo ha subido el 8%" o se han llegado a acuerdos entre PP y PSOE para que las familias con menos recursos paguen menos en el recibo de la luz. "Ha sido una persona que ha elegido la política de diálogo y oposición útil y tiene que estar satisfecho", sentenció, además de tildar de "tremendamente injusto" que el nuevo secretario general le considere el "líder de un grupo de traidores", por abstenerse en la investidura.

Ante tantos elogios, le recordaron que el portavoz socialista, después de Sánchez, fue el máximo defensor del rechazo a Rajoy, antes de que el comité federal del PSOE forzara la renuncia del líder y cambiara de opinión. Pero el conservador no quiso incidir en esa fase política y tan sólo reconoció que no iba a continuar con las loas porque entonces el PSOE defenestraría a su antiguo portavoz y le "mandarán a la última fila".