Secesionismo en el diván
Un libro del psiquiatra Adolf Tobeña analiza el 'procés' desde la neurociencia
Josep-Maria Ureta
Periodista
JOSEP MARIA URETA / BARCELONA
Pocas especialidades médicas han visto trasladado al análisis político o al lenguaje coloquial tantos términos científicos propios como la psiquiatría. Y no digamos si se trata de explicar fenómenos inesperados que ponen en evidencia los analistas de todo calado. Enajenaciones, delirios, ensimismamiento, gregarismo, desatino o desvarío son diagnósticos, convertidos en adjetivos calificativos, que han menudeado cuando se ha abordado la cuestión secesionista catalana desde las ciencias sociales.
Al catedrático de Psiquiatría (UAB) Adolf Tobeña le ha parecido oportuno poner coto a tanta confusión y acaba de publicar ‘La pasión secesionista’, dentro de la colección que el editor Fèlix Riera dirige para la división de libros de Economía Digital.
Libro científico en buena parte, pero también con la voluntad polemista que anima a su autor desde hace lustros. Se queja Tobeña, con razón, de que las ciencias sociales (sociólogos, politólogos, historiadores) han copado el análisis de la eclosión independentista iniciada en el 2006 y dominante a partir de septiembre del 2012. Desde su especialidad, Tobeña acota términos, desarbola tópicos y crea su propia tesis, elaborada desde su convicción política que se mueve entre la antigua UPyD y Federalistes d’Esquerres.
INVESTIGACIONES EN NEUROCIENCIA
El corpus más científico del texto –de lectura fácil por su precisión docente—lo dedica Tobeña a describir las investigaciones más en boga como la neurociencia y la psicobiología. Para simplificar: trabajos científicos sobre la evolución del pensamiento de un grupo de voluntarios (entre los que se incluye, sin avisar al resto, a personas entrenadas en respuestas erróneas) para analizar la evolución de las opiniones sobre determinadas realidades, recogidas por aparatos de resonancia magnética que detecta las partes del cerebro que registran más o menos actividad. Hay, claro, quien se deja llevar por la mayoría (engaño deliberado) o se mantienen en sus convicciones. Lo indicativo es que esas conductas se han contrastado en países y condiciones bien distintas.
Tobeña carga sobre el prestigio que le dan estas verdades científicas para elaborar su tesis: “Es un rotundo error usar el lenguaje de los desórdenes mentales, aunque sea de modo figurado. Solo contribuye a confundir. El frenesí catalán es complicado y acuciante… pero no hay que invocar fenómenos cercanos a la patología”. Error, además, pasar de lo individual a lo colectivo. Y si se trata de buscar una expresión adecuada a lo sucedido el último lustro, es más acertada, dice el autor, la referencia a la pasión romántica (enamoramiento), sin menoscabo de la cuestión social del choque etnocultural en el seno de la sociedad catalana (porcentaje de votos secesionistas y unionistas del 27-S, empate a ocultar por los primeros), prolongación del mismo choque con la cultura centralista española.
Tobeña, como buen psiquiatra, ha escrito una obra que a buen seguro va a ser polémica y controvertida. Si es que hay alguien al otro lado dispuesto a contradecirle en butacas de debate, no divanes.
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