Colau se compromete a que los 'comuns' trabajen por el referéndum
La teoría general de los gases aplicada a la política señala que los partidos o espacios políticos tienden a ocupar todo el electorado al que pueden acceder y sus límites acostumbran a ser, precisamente, los de una fuerza rival. Si una fuerza retrasa sus límites, la vecina inmediatamente ocupa ese espacio en juego. Este fin de semana se ha vivido un buen ejemplo de ello. La CUP, que siempre ha hecho gala de abogar por la independencia, vía referéndum, y por acabar con el desequilibrio social no ha tenido otra que elegir prioridad. Y el sábado se decantó por el referéndum sin poder ofrecer a sus huestes ni una migaja de reforma del IRPF a las rentas más altas.
Y este domingo, en el gran acto de inicio de su fundación del partido de los ‘comuns’, Ada Colau no ha tardado nada en buscar la OPA sobre ese espacio vecino ‘cupero’ que puede entenderse como un poco más huérfano. La alcaldesa, cuyo olfato ha quedado varias veces acreditado, ha llamado a la muchedumbre que se ha desbordado por las Cotxeres de Sants a “trabajar más que nunca por el referéndum”. Pero que ello no debe ser ni óbice ni cortapisa para batallar contra “los recortes criminales del Govern”, una lucha “que no puede esperar”.
¿Es exagerado meter aquí de por medio a la CUP y a su decisión del sábado de apoyar las cuentas del PDECat y ERC? No. A menos que alguien crea en la casualidades tras oír a la alcaldesa como afirmaba que una "fiscalidad justa que tampoco puede esperar" y “que paguen más los ricos es una cuestión de voluntad política".
CERCO AL 'COLAUISMO'
Lo dicho por Colau puede entenderse también como un suspiro de alivio, por cuanto en las últimas semanas han sido ella y los suyos los que han sido presionados para que eligieran entre dos opciones, es decir, para que encogieran los límites de su ‘gas’, en beneficio de otro. En el caso de los ‘comuns’, la dicotomía radicaba entre el referéndum pactado (e imposible, ergo, simple ‘procesismo’) y el unilateral (nacido bajo la marca del independentismo). Trataron de sonsacarse la presión con su ponencia nacional (una de las seis ahora en debate participativo) en la que abogaban por "la creación de una república catalana" que, una vez proclamada y ejerciendo su "plena soberanía", decida si quiere o no asociarse con España. En esa ponencia no aparecen ni la palabara federalismo ni independencia. Todo medido.
Como era de prever, la duda dicotómica no se ha resuelto este domingo y sigue viva. Y seguirá, seguramente, hasta que, como la CUP, la fuerza se vea constreñida a elegir. En tanto, el proyecto de partido de los ‘comuns’ sigue avanzando.
Un marcha bastante triunfal, con triunfos en la alcaldía de Barcelona y en las dos elecciones generales del 2016. El único borrón, más allá del discreto resultado de Catalunya Sí que es Pot, del que los afines a la alcaldesa se desmarcaron, es, acaso, la sombra demoscópica. Sondeo tras sondeo al Parlament el ‘colauismo’ no levanta el vuelo como se le supone. Quizá porque la nonata fuerza es vista como demasiado ‘barcelonesa’, lo que propicia el llamado 'voto dual'. Y para conjurar ese peligro, la fuerza ha anunciado 74 actos en todo el territorio catalán.
La amalgama de siglas que conformarán este nuevo partido, aun sin nombre, supone un posible problema de protagonismo y celos entre BCN en Comú, ICV, EUiA, Podem y Equo. Ante esto, Colau ha pedido que los objetivos "pasen por delante de las siglas", y aboga por que sea un espacio "transversal, que sume identidades pero que no se cierre en ninguna de ellas".
LEMA ZAPATISTA
También ha abogado por huír de las prisas, por las voces que llegan de unas posibles elecciones anticipadas en otoño y ha pedido "el tiempo necesario" para construir la nueva fuerza, recurriendo para ello a un y ha recurrido al lema "zapatista" de "vamos lentos porque vamos lejos". Un lema zapatista que, ¡Oh, casualidad!, no le es nada ajeno a la CUP.
El acto lo ha cerrado Xavi Domènech, el arquitecto del partido de los ‘comuns’. Ha erigido el nonato partido como “el del nuevo periodo histórico que vive el país” y el único que puede sostener “un diálogo real” con los ciudadanos. Es decir, el 'pal de paller' de la izquierda catalana.
“Podremos acabar de una vez con la hegemonía convergente que se mantiene a pesar de que pierde elecciones” ha afirmado en nueva y velada referencia al éxito del PDECat de aprobar unos presupuestos cuando ERC y la CUP abogaban por una subida de impuestos. Al menos, lo de la hegemonía 'gramsciana' sí que es más podemita que cupero.
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