Sin sillones ni aplausos

LEGISTATURA

LEGISTATURA / periodico

PATRICIA MARTÍN / GEMMA ROBLES / MADRID

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Felipe VI encontró este jueves un Parlamento completamente distinto al que fue testigo de su proclamación como Rey. Si en aquel entonces el bipartidismo tenía una fuerza aplastante, ahora los partidos emergentes y los nacionalistas tienen amplias capacidades para obligar a ceder a las organizaciones tradicionales, dada la falta de mayorías existentes, y son capaces, sin demasiado esfuerzo y aprovechando el interés mediático que despierta su forma de hacer política, de robarles buena parte del protagonismo. También en los actos solemnes. 

Con camisetas y banderas republicanas o gestos ostentosos de desacuerdo, Unidos Podemos y las formaciones soberanistas rompieron el protocolo fijado para este tipo de actos que, sin embargo, cumplieron las hijas pequeñas (9 y 11 años) de Felipe VI Letizia, de forma llamativamente disciplinaria. 

Rita Barberá, de rosa y pegada a los popularesRita Barberá, el polémico y la polémica en torno a Jorge Fernández Díaz Jorge Fernández Díazy la falta de sillas para todos fueron el resto de ingredientes que hicieron que una sesión noble, con vivas al Rey, desfile militar, Rolls Royce y mucha moqueta y tapices (pero esta vez sin el tradicional vino español, dados los meses de retraso que lleva la legislatura) fuera más animada de lo habitual. 

La ceremonia empezó fiel al guión establecido, con la llegada de los Reyes y sus hijas, Leonor, Princesa de Asturias y su hermana, la infanta Sofía, a las doce de la mañana al Congreso. El monarca pasó revista al Batallón de Honores situado en la Carrera de San Jerónimo y saludó a las autoridades que le esperaban, incluidos los miembros de la Mesa en el Parlamento pertenecientes a Unidos Podemos, que finalmente sí aceptaron participar en el recibimiento inicial. 

EL 'MINISTRO' IGLESIAS

Mientras tanto, dentro del hemiciclo había sorpresa y murmullos entre quienes aguardaban al jefe del Estado. Resulta que no había sillones disponibles para los 350 diputados, ya que algunos habían sido ocupados por los senadores, también invitados a la cita. La Cámara baja, en lugar de colocar bancos corridos, como en otras ocasiones, optó por las sillas, que coparon en su mayoría los populares, el grupo mayoritario y por lo visto el más madrugador. La situación provocó escenas de nerviosismo, negociaciones a toda prisa entre los miembros del gabinete de Ana Pastor, la presidenta del Parlamento, y los grupos afectados: fundamentalmente los novatos, Podemos y Ciudadanos. Acabaron apareciendo más sillones no se sabe de dónde, pero se solventó (más o menos) la extraña situación.

Con todo, cuando la familia real hizo su aparición, algunos podemistas como Tania Sánchez aún estaban en busca de escaño. El propio Pablo Iglesias había manifestado su indisimulable enfado por la coyuntura, segundos antes, sentándose ni más ni menos que en la bancada azul, la de los ministros populares. Por aquello del ojo por ojo....

BESAMANOS RECORTADO

Tomó la palabra Pastor antes que el monarca. Entre los morados destacaba la camiseta de Diego Cañamero y la bandera republicana que, desde el gallinero, exhibió el parlamentario de IU Ignacio Bernal. Habló el Rey. Los diputados de Iglesias y Alberto Garzón, así como los del PDC PNV no aplaudieron. La alcaldesa de Madrid, Manuel Carmena, sí lo hizo desde la tribuna. El resto del hemicicló dedicó a Felipe VI una larga ovación, de casi tres minutos. Y, como colofón, el interminable besamanos, de 40 minutos, que las infantas aguantaron estoicamente. Y eso que la decisión de los diputados morados de no acudir al saludo protocolario lo aligeró. Después, último desfile en la calle y vuelta a Palacio a observar desde la "independencia" que el Rey proclamó en su diatriba el devenir de una legislatura que apunta a animada.