El silencio de Pedro Sánchez desanima a los defensores de mantener el 'no'

JUAN RUIZ SIERRA / MADRID

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Desde que se vio forzado a abandonar el liderazgo del PSOE, el pasado 1 de octubre, Pedro Sánchez se ha instalado en el silencio, sin asistir a las citas de su partido. No participó en el comité federal del pasado domingo, que aprobó la controvertida abstención en la segunda votación de la investidura de Mariano Rajoy, algo que le afean algunos de sus afines. El exsecretario general tampoco ha aclarado si mantendrá su rechazo a la continuidad del presidente en funciones o acatará el mandato de la dirección de su partido. Sánchez duda sobre qué hacer, y con su actitud está desanimando a los diputados socialistas dispuestos a desobedecer y mantener el voto en contra de Rajoy.

“Sánchez tiene que ir a la sesión de investidura y votar en contra. Es su única posibilidad de volver a ser el líder del PSOE. Si no, su proyecto se desvanecerá. Debe ir y asumir las consecuencias. Si lo hace, arrastrará a otros parlamentarios a votar también en contra. Podríamos ser 25 o 30”, explica un diputado que le ha apoyado desde el principio.

El grupo de díscolos está integrado por no más de una quincena de parlamentarios, incluyendo los siete del PSCSusana Sumelzo, Odón ElorzaMargarita Robles y Zaida Cantera (estas dos últimas sin carnet del PSOE) han dejado claro que desobedecerán la orden del comité federal. Pilar CancelaRocío de FrutosSofía Hernanz y Pere Joan Pons se dan por probables.

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BALONES FUERA

“Camino del Congreso. Mañana votaré ‘no’ a Mariano Rajoy junto a mis compañeros”, escribió Sánchez en Twitter este miércoles, poco antes del discurso del líder del PP. El mensaje creó una enorme expectación, pero no aclaró nada: todos los diputados socialistas votarán en contra este jueves. La clave está en qué hará Sánchez el sábado, durante la segunda votación, en la que su partido le ordena que se abstenga.

Al llegar al patio del Congreso había más cámaras enfocándole que el pasado marzo, cuando se presentó a su propia investidura. Sánchez repitió el mensaje. “Vengo a escuchar a Rajoy y mañana votaré ‘no’”, dijo.

“¿Y el sábado?”, le preguntaron.

“El sábado será otro día”, contestó.

Ninguna de las salidas es sencilla para el exsecretario general. Si se abstiene, iría en contra de lo que siempre ha defendido. Si acude a su escaño y mantiene su rechazo a Rajoy, estaría rompiendo la disciplina de voto, por la que debería velar como secretario general. Si opta por ausentarse, sería acusado de ponerse de espaldas y dejar solos a quienes continúan defendiéndole. Y si decide renunciar a su escaño, como según algunas fuentes se plantea, sus posibilidades de volver a alcanzar el mando del partido serían menores, al no poder ejercer en el Congreso el liderazgo de la oposición.

EL GIRO DE HERNANDO

Tanto el PSC como el propio Sánchez podrían tener una vía de escape si la abstención fuese mínima, de solo 11 diputados, la cantidad indispensable para que la legislatura eche a andar, como el lunes reclamaron ocho barones. Pero ni la gestora del PSOE, presidida por el asturiano Javier Fernández, ni sobre todo federaciones tan importantes como Andalucía están por la labor. La última prueba se encuentra en la carta que este miércoles envió el portavoz y presidente del grupo parlamentario socialista, Antonio Hernando, a todos los diputados. Hernando fue uno de los más contundentes defensores del rechazo a Rajoy. La abstención, dijo en julio, haría perder al PSOE “toda su credibilidad”. Pero ahora ha cambiado de bando, e incluso será quien defienda desde la tribuna del Congreso la necesidad de que Rajoy continúe.

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“No corresponde al grupo [parlamentario] la competencia para decidir sobre el sentido del voto”, señala el escrito, adelantado por este diario, que generó malestar y también excluye la posibilidad de que los diputados voten “en conciencia”. Esa fue la orden que se trasladó después, durante la reunión de los representantes socialistas, en la que Meritxell Batet pidió al PSOE “comprensión” hacia el anunciado desacato del PSC y que este no suponga la ruptura del marco de relaciones entre los dos partidos, dejando a los socialistas catalanes sin voto en los órganos del PSOE.

Sánchez tampoco acudió a esta cita. Varios de sus defensores creen que la exigencia de una abstención en bloque de los 84 diputados socialistas tiene mucho que ver con él. Por un lado, pretendería colocar a Sánchez y sus afines en un “callejón sin salida”. Por otro, que el PSC no pudiera participar en el congreso que el PSOE celebrará el año que viene, allanando así el camino de la andaluza Susana Díaz hasta la Secretaría General.