EL PULSO INDEPENDENTISTA

Puigdemont pedirá cita a Rajoy para hablar del referéndum

El 'president' Carles Puigdemont, durante el desayuno informativo que ha ofrecido este lunes en Madrid.

El 'president' Carles Puigdemont, durante el desayuno informativo que ha ofrecido este lunes en Madrid. / periodico

IOLANDA MÁRMOL / MADRID

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Carles Puigdemont llegó a Madrid en el tiempo de descuento de la legislatura, a tres semanas exactas de que venza el plazo para proclamar presidente o convocar elecciones, y con el serio temor de que Mariano Rajoy pueda anclarse a su sillón de la Moncloa siguiendo la estrategia de no mirar de frente al conflicto catalán mientras deja pasar el tiempo hacia el horizonte de septiembre de 2017. El mandatario desembarcó determinado a mostrarse flexible, a romper con la imagen de independentista encastillado que se había forjado en  la capital su predecesor, Artur Mas, y desplegó una oratoria carente de maximalismos para explicar que busca un referéndum pactado, no una huida hacia adelante. A cambio, pidió “coraje”, “ambición” y “reformas”, y anunció que pedirá reunirse con el líder del PP si es nombrado presidente, aun a sabiendas que su interlocutor ha dado escasas muestras de estar dispuesto a iniciar un viraje para afrontar el problema.

A escucharle acudieron representantes de las principales fuerzas políticas -salvo PP y Ciudadanos- nueve embajadores, lobistas y empresarios, en un desayuno informativo en el que Puigdemont detalló su voluntad de llegar a acuerdos. Aunque reprochó al Gobierno los recursos planteados en el Tribunal Constitucional y la judicialización de un conflicto político, evitó el victimismo y el enconamiento. Por primera vez en Madrid, defendió que el referéndum debe ser pactado con el Estado: la fecha, la pregunta, el porcentaje que inclinaría la balanza, y la moratoria para que se celebrase una nueva consulta en caso de que ganase el ‘no’. También confirmó que una escasa participación en las urnas invalidaría el resultado, pero evitó comprometer una cifra e insistió en que, ahora, lo importante es que el nuevo Gobierno dialogue.  

"Lo que digo es que el Estado español juegue el partido, que nos proponga algo y lo votemos. Nos podemos poner de acuerdo en cómo manejamos la pregunta y los resultados, pero se debe preguntar los catalanes si deben ser independientes o no, y ahí no se pude renunciar”, señaló y se mostró abierto a una negociación que, dice, pedirá en cuanto Rajoy sea nombrado presidente y le llame para felicitarle. 

”Escuchemos la propuesta. ¿La fecha tiene que ser septiembre de 2017? Pues no. Tiene que ser una propuesta en la que nos sintamos cómodos todos, Hay margen, pero no nos alejemos del consenso", pidió, para volver a defender que, a su juicio, la pregunta debe ser nítida. Sin embargo, abrió la puerta a incluir en la consulta una hipotética tercera vía que proponga el Ejecutivo central."Si el Estado formula una propuesta, por ejemplo, de reforma de la Constitución o de la financiación, vamos a convenir qué significa votar sí o no", planteó. 

Puigdemont dio por sentado que, de ponerse en marcha la legislatura, será breve y la fijó en un horizonte de año y medio, por las dificultades que tendrá el Gobierno para sacar adelante sus proyectos en el Congreso, donde está en minoría. 

El ‘president’ explicó que este reparto parlamentario hace necesario, más que nunca, el diálogo y emplazó a Rajoy a acordar una solución para el conflicto catalán. ”Hay que encontrar una solución política. Se hace política en las urnas, en los juzgados no se hace política", advirtió. Insistió en la necesidad de evitar las “criminalizaciones” y negociar un conflicto político que, dijo, no va a desaparecer porque el Gobierno decida mirar a otro lado. “Nuestra voluntad es sentarnos en una mesa política, no en el banquillo de los acusados”, reclamó, en referencia a la judicialización del 9-N, que calificó de “grave error”. “La población vive esta situación como una ofensa democrática”, dijo y sugirió que voces populares, en conversaciones discretas, admiten que la estrategia fue una equivocación.

También dejó un recado al PSOE. Avisó que abstención difícilmente aportará credibilidad y estabilidad al Gobierno del PP resultante. "El PSOE es un partido muy debilitado, sin rumbo claro a ninguna parte. Y sin fuerza propia no se puede dar fuerza ajena, sin gobernabilidad propia no se puede dar gobernabilidad ajena", aseveró y manifestó su preocupación porque la decisión de los socialistas pueda permitir una salida técnica cuando lo necesario es, a su juicio, asumir una salida política. Preguntado por si había comprometido un gobierno alternativo con Pedro Sánchez y Podemos, lo negó: "No habíamos acordado nada, porque no habíamos negociado nada. No ha habido rincones oscuros donde nos hemos sentado para urdir una estrategia”.