Rajoy se sienta a esperar a que el PSOE supere el 'impasse'

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PATRICIA MARTÍN / MADRID

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Pedro Sánchez dejó este lunes desconcertado al PP, y eso que ya hace días dio pistas de que barajaba convocar un congreso para tratar de afianzar su liderazgo y frenar así los barones críticos. Pero que finalmente haya dado el paso, pese a la debacle de su partido en las elecciones vascas y gallegas, sin importarle desatar una guerra interna, ha dejado impactados a los populares, que desde enero llevan aspirando a que el secretario general del PSOE dé marcha atrás y facilite con una abstención el gobierno de Mariano Rajoy pero ven, para su desesperación, como el socialista sigue, contra viento y marea, en sus trece. “Lo que quiere hacer es una locura y lleva a su partido a una situación delicada”, resumía un dirigente autonómico a las puertas del comité ejecutivo en el que el PP analizó los resultados electorales.

Aún así, Rajoy evitó criticar los movimientos de Sánchez y continuó con la mano tendida hacia al PSOE. Los populares descartan ya la llamada ‘vía PNV’ dado que el lehendakari en funciones, Íñigo Urkullu, no necesita de los votos del PP para revalidar su cargo y por ello Rajoy admitió que solo saldrá investido si logra “alguna suerte de colaboración” con los socialistas, a los que ofreció de nuevo apoyo en aquellas comunidades en las que Podemos les retire su sustento, como sucedió este lunes en Castilla La-Mancha.

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Rajoy reafirmó que hará “cuanto esté en su mano” para formar gobierno pero dejando a entrever que no tiene una estrategia definida, ni muchas esperanzas y que a corto plazo solo puede sentarse a esperar a ver si el PSOE supera lo que denominó como “impasse”. “Vamos a ver qué posibilidades existen y cómo evolucionan los acontecimientos, pero es obligación del PP intentarlo porque para eso nos han votado”, aseveró.

Ni dentro del comité, ni en rueda de prensa, quiso valorar expresamente la decisión de  Sánchez de preguntar sobre el futuro del PSOE a las bases, ni si quiera si el calendario elegido por este, con primarias el 23 de octubre, deja margen para la formación de gobierno antes del día 30 de octubre, fecha prevista para la disolución de las Cortes si la legislatura no fragua.

Eso sí, garantizó que él no "zascandileará" en la guerra interna del PSOE y hablará exclusivamente con Sánchez, al menos mientras este siga como secretario general. Solo entró a criticar su intención de pactar con Podemos y Ciudadanos. “Con absoluta franqueza, el gobierno alternativo es posible con la aritmética pero no es posible con la razón y la voluntad de los españoles”, manifestó, además de sacar pecho de los resultados electorales de su partido, especialmente en Galicia, y de que este permanezca "unido" en un momento en que las aguas bajan revueltas en la oposición.

‘MORIR MATANDO’

Aunque Rajoy evitó hacer sangre, sus compañeros de filas sí arremetieron contra al líder del PSOE por anteponer “sus intereses a los de España”. La más dura fue la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, quien consideró que el socialista pretende “morir matando” y confió en que los barones díscolos con su estrategia “frenen su política errática”.

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Asimismo, los populares pidieron a Sánchez que “reflexione”, dado que, según corearon, los gallegos y vascos han castigado en las urnas su rechazo a facilitar un gobierno conservador y han “deslegitimado” su intento de llegar a La Moncloa de la mano de Podemos y otras fuerzas.

Aún así, la interpretación mayoritaria en el PP es que Sánchez no dará un paso atrás, salvo que su partido le expulse, una posibilidad que los populares ven muy difícil. De ahí que la sensación extendida, a todos los niveles, es que el socialista no podrá cosechar apoyos para ser investido -y menos teniendo el ajustado calendario que él mismo ha impuesto- y por ello solo busca legitimar su posición cara a las terceras elecciones, que los conservadores ven cada día más cerca.