EL ONZE DE SETEMBRE

Referéndum, ¿última oportunidad?

Puigdemont, Colau y las entidades independentistas insisten en reclamar el derecho a decidir

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NEUS TOMÀS / BARCELONA

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El independentismo ha vuelto a exhibir músculo. Más contenido y más repartido, expectante porque nadie sabe qué va a pasar y cabreado (pese a no perder la sonrisa) porque tras cinco años saliendo a la calle sigue sin haber una respuesta por parte del Gobierno central que permita desbloquear el conflicto abierto con Catalunya. Pero siguen ahí, como han demostrado las más de 800.000 personas que participaron en las cinco manifestaciones convocadas, según las cifras oficiales. La mayoría de los asistentes lucieron camisetas con el lema de esta edición: “A punt “. Pero, ¿preparados para qué?

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en un encuentro con corresponsales extranjeros, adelantó algunas pistas de cuáles son los próximos pasos que pretende seguir. Que nadie se haga ilusiones porque tampoco es que lo aclarase mucho. A saber, su propósito es aprovechar la cuestión de confianza a la que se someterá el próximo 28 de septiembre para reclamar de nuevo que el Estado se avenga a negociar la convocatoria de un referéndum. En el más que improbable caso de que el Gobierno central esta vez aceptase la celebración de una consulta, y con las tres leyes de desconexión aprobadas por el Parlament (y previsiblemente recurridas ante el Tribunal Constitucional), Puigdemont tiene en la cabeza convocar las elecciones, otra vez plebiscitarias, para que se celebren el otoño del 2017. El ‘president’ soslaya, de momento, la vía del RUI, un referéndum unilateral de independencia. En privado no la descarta, pero en público no la plantea y se limita a asegurar que cumplirá “en tiempo y forma” con el mandato que interpreta que salió de las urnas en los comicios del 27-S.

MENSAJE UNITARIO

En todo caso, en esta quinta Diada desde que se iniciaron las movilizaciones independentistas, el mensaje más repetido en los discursos de sus impulsores fue la necesidad de que se reconozca el derecho a decidir. Una bandera que Podem y, sobre todo, el espacio que representan los ‘comuns’ con Ada Colau al frente, han agarrado con fuerza. Y este domingo ha quedado claro que no tienen intención de soltarla. Eso sí, a un ritmo que no tiene que ser el que pretenda fijar el Ejecutivo de Puigdemont (apremiado por sus socios de la CUP). “No hay que quedar atrapados en una hoja de ruta. No hay espera que valga, pero tampoco hay prisa que valga”, proclamó el portavoz de En Comú Podem, Xavier Domènech.                                                                                                                                                                                                                                                                                                             

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La alcaldesa de Barcelona asistió a la manifestación pero evitó la fotografía con los dirigentes independentistas. Y no será porque no los tuviese cerca. El expresidente de la Generalitat, Artur Mas, que era la primera vez que asistía, y el vicepresidente del Govern y líder de ERC, Oriol Junqueras, estaban concentrados en el mismo punto. Este último se refirió a la voluntad de Puigdemont de reclamar de nuevo un referendo tirando de una cierta ironía para no disentir públicamente del ‘president’. “Es bien sabido que somos los campeones mundiales del referendismo y del referendo, y todos los caminos democráticos nos parecen bien si permiten que, democráticamente, los ciudadanos de este país decidan su futuro”.  

Por parte de la CUP, el tercer vértice de la mayoría parlamentaria independentista, se advirtió a Puigdemont que si quiere llamar de nuevo a la puerta de Madrid lo haga pero que en todo caso el referéndum debe celebrarse dentro de los plazos que se fijaron. O sea, que quieren que por las buenas o de manera unilateral lo convoque antes de la próxima Diada. Así que, superado el ejercicio catártico de movilizarse de nuevo, que nadie se lleve a engaño: las curvas están aseguradas.

GUIÑO DE LAS ENTIDADES

Tal vez por los antecedentes (el Govern no pudo aprobar los presupuestos por falta de apoyo), por los mensajes que llegan desde el Ejecutivo central (Mariano Rajoy se limitó a lanzar un tuit deseando una Diada de “seny, libertad y respeto”) y por las dificultades para ampliar la mayoría independentista, los convocantes se esforzaron en reclamar “unidad”. El más vehemente fue el presidente de Òmnium, Jordi Cuixart, quien proclamó que la república catalana “se construye con todo el mundo, hablemos la lengua que nos de la gana”.

Le precedió en la tribuna el cineasta Pere Portabella, afín a Podemos, y que en una línea parecida a Cuixart y al presidente de la ANC, Jordi Sànchez dedicó su discurso a insistir en que existe una mayoría de catalanes partidarios de la celebración de una consulta. Dicen que lo importante es el mensaje y no el mensajero, pero en este caso la elección de Portabella puede también interpretarse como un guiño a sectores progresistas alejados de la la hiperventilación que intentan mantener algunos ideólogos del independentismo.       

Una vez más, tanto Ciutadans como el PP se ausentaron incluso de los actos institucionales. El PSC quedó desdibujado entre el fervor independentista y el protagonismo del ‘colauismo’. Lo más parecido a una imagen de unidad entre socialistas y ‘comuns’ fue el tradicional homenaje al expresidente chileno asesinado en 1973, Salvador Allende.