Ni contigo ni sin ti

El PSOE hace años que va dando bandazos en su imagen, bastante en la línea de su difícil búsqueda de estabilidad y definición política

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TONI AIRA

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El puño y la rosa son dos elementos casi imprescindibles en la simbología de la socialdemocracia europea, aunque ni eso fue así siempre en el caso del PSOE, ni lo ha mantenido a capa y espada en todo momento. Empezó con una pluma y un yunque, que en los años veinte del siglo pasado querían representar la unión del trabajo físico y el intelectual. No sería hasta las primeras elecciones tras la dictadura, en 1977, que los socialistas estrenarían su símbolo más conocido, del diseñador José María Cruz Novillo: el puño y la rosa, inspirados en el símbolo de los socialistas franceses. Eso sí, mientras que la mano que sostiene la rosa socialista francesa es la derecha, en el caso español es la izquierda.

¿Y cuándo ese símbolo desapareció de los carteles electorales del PSOE? En uno de los momentos más bajos de valoración por parte de los socialistas españoles. En las elecciones de 2011. En plena crisis económica mundial, después de la gestión percibida como muy deficiente de José Luís Rodríguez Zapatero y de su gobierno, el PSOE tuvo que adelantar elecciones, sustituir al candidato que había eclipsado las siglas del partido con su famoso ZP, y se tuvo que recurrir a Alfredo Pérez Rubalcaba. Como en tantas otras ocasiones, partidos y circunstancias, el candidato era el mensaje. Así, no aparecerían en el cartel ni unas siglas socialistas identificadas con la crisis y la mala gestión económica, ni la dirección web del partido.

Aquella fue la primera vez en 34 años que el símbolo de la rosa y el puño no aparecía en un cartel del PSOE. Unos cuantos años antes, en 1994, en otro momento de crisis de imagen (y más allá) de los socialistas, después de la pérdida de la mayoría absoluta en 1993 y enfrascados en los conocidos entonces como “los años de la crispación”, el diseñador Rafa Celda propuso una reversión del símbolo que se quedaba solo con los pétalos de la rosa. El diseño era atrevido y moderno pero cayó en mal momento. Fue caricaturizado desde el principio como el “logo de la alcachofa” (se parecía a eso, decían) y no se llegaría a adoptar nunca.

No sería hasta 2001, después del acceso de ZP a la secretaría general del PSOE en 2000, que se culminaría un rediseño de la imagen de los socialistas españoles. Dos cubos rojos, en la línea de lo que marcaba la tendencia en partidos socialdemócratas europeos como los daneses, los alemanes del SPD o los británicos del Labour, que incorporarían la siglas PSOE a la izquierda y el tradicional puño y rosa a la derecha. Se trataba de homologarse con los referentes de los partidos más potentes del entorno europeo. Y alguna agencia hasta propuso atreverse a revisar el branding y apostar por una gama de rojos que llegara a tonos anaranjados, pero se declinó la opción. La idea de los dos cuadrados iba en la línea que, en un momento dado, el puño y la rosa acabara cayendo. Lo acabaría haciendo bastante después, en los carteles electorales de Pedro Sánchez en los comicios de 2015 y de 2016, con unas estilizadas siglas PSOE en negro sobre blanco y con un sombrero rojo en forma del guión bajo que dibujan los teclados de ordenador. Idea de modernidad. Pero como dice la canción, “ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio”. Se lo podrían cantar los socialistas a su símbolo del puño y la rosa.

En la conferencia política de 2013, se había apostado por un “Socialistas” donde la “t” era el tallo que culminaba en una rosa. Un “nosotros” al estilo Podemos o Ciudadanos, que no acabó de cuajar tampoco en un PSOE que hace años que va dando bandazos en su imagen, bastante en la línea de su difícil búsqueda de la estabilidad y la definición política.