Rajoy usará el nuevo desafío catalán para atraer a PSOE y C's

Mariano Rajoy, el pasado jueves en la Moncloa, tras su entrevista con el Rey.

Mariano Rajoy, el pasado jueves en la Moncloa, tras su entrevista con el Rey. / periodico

JUAN RUIZ SIERRA / GEMMA ROBLES / MADRID

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Ya con el documento del Rey que le acredita como candidato oficial a la Presidencia del GobiernoMariano Rajoy encara una semana fundamental en las negociaciones de investidura. El martes se verá con Pedro Sánchez y un día después hará lo mismo con Albert Rivera, con los que ya se citó a inicios de julio. Aquellas entrevistas sirvieron de poco: Ciudadanos ya había anunciado su abstención y el PSOE mantuvo su voto en contra. Pero los colaboradores del líder del PP creen que esta vez será distinto. No solo se tratará de un sondeo muy genérico, como entonces, sino que Rajoy quiere entrar en materia negociadora. Dos serán los asuntos sobre los que el presidente en funciones basará sus intentos de persuasión: el miedo a más recortes si no hay Ejecutivo y el nuevo desafío llegado de Catalunya.

La resolución de desacato al Tribunal Constitucional que el Parlament aprobó el pasado miércoles servirá a Rajoy, según su entorno, para rechazar cualquier negociación de investidura con Convergència (ahora Partit Demòcrata) y defender que necesita “el apoyo de los constitucionalistas”. La idea es presionar, sobre todo, a Rivera. Los conservadores señalan que este es un asunto especialmente sensible para Ciudadanos y que podría servir para cambiar el sentido de su voto con el argumento de que, ante el previsible aumento del desafío debido a los compromisos que puede adquirir Junts pel Sí con la CUP, se necesita “cuanto antes” un Gobierno con plenas facultades. Y si Rivera pasa al apoyo, el PP considera que el PSOE tendrá muy difícil bloquear la reelección de Rajoy.

La otra gran baza se encuentra en la Unión Europea. El presidente en funciones, explican en su círculo, insistirá en que España se ha librado de la multa y ha conseguido dos años más de plazo para reducir su déficit a cambio de que, en octubre, el nuevo Ejecutivo entregue una hoja de ruta. De lo contrario, continúan las mismas fuentes, la UE reactivará la exigencia de recortes, con especial incidencia en las comunidades autónomas, gobernadas en su mayoría por los socialistas.

PROPUESTAS “MÁS CONCRETAS”

Rajoy busca trasladar la impresión de que esta vez va en serio. Sus colaboradores están preparando un documento que, según el PP, dotará de “mayor concreción” a las propuestas que trasladó a sus potenciales aliados hace unos semanas (fueron un mero resumen de su programa), aunque desde la Moncloa explican que se trata, más bien, de una iniciativa para dotarse de un “procedimiento de trabajo” con C’s y el PSOE. Aun así, la dirección popular da por hecho que los movimientos de Rivera hacia el ‘sí’ y de Sánchez hacia la abstención no serán fáciles. Podrían basarse, explican, en cambios en la reforma laboral, la LOMCE, las pensiones, la financiación autonómica y la reforma constitucional.        

Sánchez, mientras tanto, le exigirá el martes a Rajoy que se presente a su investidura. De todos los mensajes que ha lanzado en los últimos tiempos el líder socialista, este es de los pocos que resultan inamovibles. Tanto, que el pasado jueves, tras su cita con el Rey, desarrolló una tesis que causó sorpresa dentro y fuera de su partido: el debate de investidura puede servir para que España tenga un Gobierno, sí, pero esa es una consecuencia secundaria; lo “trascendente”, sostuvo, es que la cita parlamentaria “pone en marcha el reloj de la democracia”, ya sea para que puedan convocarse elecciones, ya para que otro aspirante intente alcanzar la Moncloa.

El secretario general del PSOE se mueve entre tres negativas: a colaborar en la reelección del presidente en funciones, a unos nuevos comicios y a forjar una mayoría alternativa. Los tres rechazos son incompatibles, pero Sánchez tiene una vía de escape en cada uno de ellos. Insiste en que votará en contra de Rajoy, pero deja la puerta abierta a virar hacia la abstención (algo que le volvió a pedir este domingo Felipe GonzálezFelipe González), sobre todo si los conservadores suman a C’s. Subraya que no desea unas terceras elecciones, pero añade que si las hay no será culpable. Y aunque evita apostar a las claras por un Ejecutivo distinto al del PP, argumenta que no es momento de caer en “elucubraciones”.

EL PESIMISMO

Sánchez juega a la confusión, pero su núcleo duro se muestra pesimista sobre sus posibilidades de ser investido. “Es imposible que Podemos y Ciudadanos formen parte de la misma alianza”, señala un colaborador del secretario general. La otra vía pasa por cerrar un pacto con el partido morado junto con los independentistas y nacionalistas, pero las relaciones con la formación que lidera Iglesias son casi nulas y están marcadas por la desconfianza, más aún tras la falta de acuerdo en la Mesa del Congreso. “Con Iglesias es imposible”, señalan en el entorno de Sánchez. Y en cualquier caso, aunque los vínculos entre los secretarios generales del PSOE y Podemos fueran más estrechos y sólidos, esta entente necesitaría también contar con ERC y la antigua CDC, algo que los socialistas se han prohibido a sí mismos y que el nuevo desafío del Parlament al Constitucional hace aún más difícil.