LA NUEVA LEGISLATURA

Iglesias pide aparcar la bronca interna hasta el nuevo cónclave

Pablo Iglesias e Íñigo Errejón tras conocer los resultados electorales, el 26-J.

Pablo Iglesias e Íñigo Errejón tras conocer los resultados electorales, el 26-J. / periodico

IOLANDA MÁRMOL / MADRID

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Pablo Iglesias pide calma y tiempo. Le preocupa la bronca interna desatada tras el batacazo electoral y considera que el debate debe darse en los órganos de dirección y no de forma acalorada en los platós de televisión, ni en los canales de Telegram que utilizan sus dirigentes. Angustiado por el daño que pueda causar la disputa abierta, este martes pidió “templanza” e indicó que esa discusión ha de abordarse en la asamblea ciudadana, que es el máximo órgano de decisión de Podemos. Determina la línea política, aprueba o rechaza las alianzas y tiene potestad para elegir o revocar a la dirección, incluido al secretario general. 

¿Se ha planteado Iglesias dimitir? “No”, responde. Pero si convoca un nuevo cónclave para otoño (sólo ha habido uno, el fundacional de 2014, en Vistalegre), habrá evitado que se cuestione su liderazgo tras el 26-J, enfría el debate, puede repensar un ‘nuevo Podemos’ y obtener apoyos internos que le defiendan. ¿Puede convocar un Vistalegre 2? Sí, tiene potestad para hacerlo y fuentes del partido consideran que sería plausible que lo planteara en el Consejo Ciudadano Estatal del próximo 9 de julio. En ese encuentro, el único punto del orden del día será el análisis postelectoral, pero Iglesias puede dar un golpe de efecto y convocar la asamblea ciudadana un año antes de lo previsto, lo que le blindaría unos meses. 

¿Qué se debatiría en ese cónclave? Resulta prematuro, pero hay tres claves que se resumen en una pregunta: Qué quiere ser Podemos. El primer debate es si debe continuar la alianza con IU. Iglesias defiende que sí a ultranza y afea, sin citar, a los errejonistas que se taparon la nariz para aceptar el pacto y ahora se lamentan. "Si alguien pensaba que la alianza no iba a funcionar, hay que decirlo cuando hay que decirlo", zanjó. La segunda incógnita es qué identidad debe tener el partido. Los afines a Íñigo Errejón defienden que Podemos ha de ser transversal y no encerrarse en los márgenes de la izquierda con viejas consignas obreristas, sino un movimiento popular, que seduzca a electorado que viene de otras opciones políticas. Los ‘pablistas', en cambio, creen que la confluencia con Alberto Garzón trasciende un pacto electoral porque ha logrado construir “un bloque histórico de izquierdas”.

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Y finalmente, dependiendo de cómo se planteen las dos claves anteriores, la dirección del partido. Si se solidifica la alianza, ¿qué cargo tendría Garzón? ¿Estaría dispuesto Errejón a asumir una mutación identitaria de Podemos? ¿Presentaría un proyecto común con Iglesias, o propondría otra ruta en una disyuntiva que las bases deberían votar? Demasiadas incógnitas aún para augurar qué sucederá, máxime con la parálisis orgánica que impone abordar antes el proceso de formación del nuevo gobierno y un verano de por medio.

EL ANÁLISIS "CIENTÍFICO"

De momento, lo inmediato. Este miércoles la secretaria de análisis, Carolina Bescansa, pone en marcha un estudio demoscópico para determinar “científicamente” qué errores se cometieron para perder 1,2 millones de votos respecto al 20-D con una confluencia que defendieron como efecto multiplicador.

Hasta que seextraigan conclusiones y se expongan en la reunión del Consejo Ciudadano Estatal, sólo hay especulaciones. El termómetro será si siguen habiendo reproches entre los dirigentes. Este martes, Iglesias pidió discreción a todos para evitar que la pugna interna de munición a sus adversarios políticos. Se refería a Mònica Oltra, la líder de Compromís, que puso en duda la confluencia, como también hizo el exsecretario de Organización, Sergio Pascual. Pero también censuró a Juan Carlos Monedero, que incendió el debate ya el lunes por la mañana señalando como responsable a Errejón por la estrategia de campaña.