DE VUELTA A LAS URNAS

26-J en Catalunya: una cuestión de confianza

combo domenech batet, homs, girauta, fernandez, rufian

combo domenech batet, homs, girauta, fernandez, rufian / periodico

JOSE RICO / BARCELONA

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Carles Puigdemont no se somete este domingo al veredicto de las urnas, pero el resultado en Catalunya de estas ‘reelecciones generales’ impactará de lleno en el futuro inmediato de su Govern y en el suyo propio. Tras el tormentoso divorcio de la CUP, el 'president' retrasó hasta septiembre su órdago en forma de cuestión de confianza en busca de oxígeno para la maltrecha hoja de ruta soberanista y para CDC, en vías de refundación. El resultado de las fuerzas independentistas puede precipitar o ralentizar el calendario de una legislatura que se anunció de 18 meses, pero a la que cada vez cuesta más fijarle la fecha de caducidad. La decisión de los catalanes supondrá un espaldarazo, o bien para ese plan secesionista, o bien para la vía del referéndum pactado. Dos caminos cuya viabilidad también es ahora mismo una cuestión de confianza. O de fe.

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Todas las encuestas han esbozado que quien dio primero el 20-D, En Comú Podem, dará dos veces, lo que supondría un nuevo aval a una pantalla, la de la consulta, que el secesionismo consideraba agua pasada. Pero Puigdemont se ha hartado en los últimos meses de abogar por un referéndum a la escocesa, y ERC y Convergència han afirmado que ayudarían a investir a un presidente que se comprometiese con el derecho a decidir. Incluso el cabeza de lista de CDC, Francesc Homs, obsesionado por que su grupo vuelva a influir en Madrid, ha enmendado la propia hoja de ruta del Govern con su idea de una comisión en el Congreso sobre el encaje catalán.

REGALOS EN CAMPAÑA

Pero la campaña electoral ha brindado dos regalos a los independentistas que les han hecho confiar en la remontada y, en el caso de ERC, en la victoria. El más sonado ha sido el 'Fernándezgate'. Con la prueba grabada (y filtrada al final de la campaña) de una conjura antisoberanista con el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, como protagonista, los socios del Govern lo han tenido chupado para justificar que hay que huir de España. Y para remachar esta estrategia, también les ha resultado más sencillo explotar el filón de que otra España es imposible por los titubeos de los podemistas con el referéndum.

Dando por blindado el feudo catalán, Pablo Iglesias le ha quitado la etiqueta de "imprescindible" a la consulta para excluirla de una futura negociación de gobierno, lo que ha puesto en más de un apuro al líder de En Comú Podem, Xavier Domènech. Otro triunfo morado certificaría, pues, que el derecho a decidir no lo es todo para una parte importante del electorado. Una realidad que explica el 'fuego amigo' que se han disparado ERC y CDC a cuenta de quién se la está jugando más en el 'procés', quién consigna mayor ambición rupturista o, incluso, quién está más "limpio" de corrupción. Significativo este dardo que los republicanos les tenían reservado a sus compañeros de Consell Executiu, y con el que trataban de rivalizar con En Comú Podem por el afecto de los votantes huérfanos de la CUP.

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LLEIDA Y UNIÓ

Pero la fuerza que notará antes los efectos del dictamen de las urnas será Convergència. Con su congreso refundacional en dos semanas, otro revés de Homs influiría en la pugna por la secretaría general del partido, dejaría tocado a Puigdemont cara a su reválida parlamentaria y le obligaría a reformular más de lo esperado las etapas y los tempos de la travesía a Ítaca. Los sondeos no les han sido halagüeños, pero los convergentes acarician el famoso escaño bailongo de Lleida, que el PSC difícilmente podrá retener, y confían en que el perfil moderado que se han barnizado tras romper con la CUP atraiga a otros votantes huérfanos, los de Unió.

En el caladero democristiano también aspiran a pescar el PPC y Ciutadans. Para ese cometido han evitado salidas de tono durante la campaña, aunque los populares, y más que nadie su candidato, se han visto arrasados por el huracán del 'Fernándezgate'. Los socialistas catalanes han tenido que vencer los obstáculos que les ponían sus hermanos del PSOE, como las andanadas anticatalanistas de Susana Díaz y la extrema ambigüedad de Pedro Sánchez con los pactos. Igual que convergentes y populares, el PSC se daría con un canto en los dientes si no empeora la cosecha del 20-D. Que en los tres casos fue la menos fértil de la historia.