Debate a 7: Catalunya y los vetos desde la trinchera

Los portavoces de los partidos mayoritarios se enrocan en un fuego cruzado que no clarifica qué pactos habrá tras el 26-J

Gabriel Rufián, Aitor Estaban, Íñigo Errejón, Pablo Casado, Juan Carlos Girauta, Isabel Rodríguez y Carles Campuzano.

Gabriel Rufián, Aitor Estaban, Íñigo Errejón, Pablo Casado, Juan Carlos Girauta, Isabel Rodríguez y Carles Campuzano. / periodico

IOLANDA MÁRMOL / MADRID

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A cuatro días del final de campaña, el debate a siete no clarificó ni un ápice el horizonte postelectoral y los partidos se enredaron en un encaje de posiciones que no permite vislumbrar si serán capaces de construir mayorías parlamentarias. El debate arrancó con la intención de hablar de pactos, pero los portavoces hablaron mayoritariamente de vetos. El PP, encerrado en que debe ser la lista más votada la que gobierne, salvo que gane Unidos Podemos. El PSOE, sin capacidad para dar una respuesta y anunciar con quién pactará. Los morados, buscando un acercamiento con unos socialistas que no solo les rechazan, sino que les atacan en la pugna por ser segunda fuerzaCiudadanos, enrocados en pedir la cabeza e Mariano Rajoy a cambio de un eventual apoyo. Y los partidos catalanes, por primera vez, a la greña contra la “alianza de comunistas”alianza de comunistas de Pablo Iglesias en un baile de posiciones. Los siete representantes de los principales partidos se colaron en las pantallas de televisión negando defender ninguna línea roja, pero articulando ese discurso desde unas trincheras a veces partidistas, a veces ideológicas, de las que solo parecen dispuestos a salir después de la noche electoral. 

Primero llegaron los reproches. Carles Campuzano, portavoz e CDC, dijo que si bien se ha de pedir disculpas a los ciudadanos por la repetición electoral, unos tienen más responsabilidad que otros. Juan Carlos Girauta, de Ciudadanos, afeó al PP que Mariano Rajoy se postule como presidente en un país que apuesta por la regeneración. Íñigo Errejón, portavoz de Unidos Podemos, clarificó que ellos no dejan ni rastro de ambigüedad sobre con quién quieren pactar mientras que votar a otros es como tirar “una moneda al aire”. Los socialistas, para salir de la encrucijada del pacto, señalaron a Iglesias y a Rajoy como culpables de que Pedro Sánchez no sea presidente. “El presidente le dio calabazas al Rey y no tuvo ni la capacidad ni la valentía de asumir esa responsabilidad”, señaló Isabel Rodríguez, representante del PSOE, para defender al candidato socialista.

Y en su estilo, Gabriel Rufián (ERC) resumió todo lo que venían discutiendo los otros portavoces con un telegrama: “Estamos aquí por Catalunya”, dijo y se abrió el debate de la cuestión catalana en la que los candidatos elevaron el tono, chocaron más, despertaron -quizá- al espectador adormecido, pero no se pusieron de acuerdo ni siquiera en la etiqueta que debía llevar este apartado. 

FRATERNIDAD MADE IN IKEA

“Nosotros tenemos claro que la cuestión catalana no es la cuestión catalana, es la cuestión española”, defendió Rodríguez desde las filas socialistas. “El PP se niega a hablar del problema catalán, porque Catalunya no es un problema”, respondió Casado. “Lo del encaje de Catalunya suena a mueble de Ikea que no sabes cómo va”, comparó Girauta. Y cuando Errejón trató de hablar de fraternidad, de tender puentes, de un país con distintas naciones Rufián, tajante emprendió un áspero ataque contra el número dos de los morados. Se le unió al ataque Campuzano, pero Errejón siguió defendiendo que Podemos es el único partido estatal que puede “deshacer el nudo en Catalunya” y se cuidó de no responder los reproches con la misma vehemencia. 

En el calor del debate Campuzano acusó a Girauta de pertenecer a un partido que quiere romper la convivencia en Catalunya. El de C’s le respondió tildándolo de manipulador. La portavoz del PSOE dijo que Rajoy es una máquina de independentistas, a lo que Casado le respondió que fueron los socialistas los que actuaron “como pirómanos” prometiendo un Estatut que no pudieron cumplir.

Discutieron de empleo, de impuestos, sacaron a pasear a Venezuela. Y pronunciaron minutos de oro previsibles, en los que todos los portavoces presentaron su modelo de futuro para el país pero no dieron ni una sola pista al electorado de cómo serán capaces de construir esos proyectos si no llegan a acuerdos.