DE VUELTA A LAS URNAS

Debate a cuatro: Adversarios contra natura

Mariano Rajoy , Pedro Sanchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera, en el plató del debate a cuatro.

Mariano Rajoy , Pedro Sanchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera, en el plató del debate a cuatro. / periodico

GEMMA ROBLES / MADRID

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Los cuatro principales candidatos para las elecciones generales del 26-J protagonizaron anoche uno de los capítulos cruciales de esta campaña. Se suponía que el colofón de tan relevante cita televisiva debía ser la confesión de los pactos poselectorales que estarían dispuestos a tejer cada uno de los aspirantes, habida cuenta de que los sondeos pronostican que tampoco esta vez habrá cómodas mayorías absolutas. Sin embargo, los acuerdos que no se alcanzaron hace unos meses en la legislatura fallida; las supuestas manos tendidas de unos o los golpes (dialécticos) con las manos abiertas de otros para con los que eligieron como adversarios trufaron el debate. Y, paradójicamente, los enfrentamientos más duros no se produjeron por bloques ideológicos entre el centroderecha (PP y Ciudadanos) frente al centroizquierda (PSOE y Unidos Podemos), sino entre los integrantes de esos mismos bloques. Lo que, en principio, podrían parecer batallas contra natura, aunque a ratos hubo también un todos contra todos.

El socialista Pedro Sánchez se encaró cuanto pudo con Pablo Iglesias, de Podemos, ese mismo que amenaza con darle el ‘sorpasso’ según sondeos como el CIS o el del EL PERIÓDICO DE CATALUNYA. «Pedro, te equivocas. El adversario es Rajoy», le replicó en varias ocasiones el líder de los morados al socialista, con quien dijo estar dispuesto a gobernar en coalición. Claro que Iglesias votó por dos veces en contra de una posible investidura de Sánchez en marzo para hipotéticamente castigar su acercamiento a C’s, lo que el líder del PSOE recordó sin descanso.

Tampoco se quedó atrás el rifirrafe del popular Mariano Rajoy y de quien, atendiendo únicamente al campo de las ideas, debiera ser con menos dificultades su potencial socio en un futuro: Albert Rivera, de Ciudadanos. Pero visto lo visto y oído lo oído anoche, la cosa no se antoja sencilla.

LOS SMS DE BÁRCENAS

«Hay gente válida y limpia en el PP a los que no les gustó sus SMS a Bárcenas o los papeles [del extesorero popular]. No le pido que dimita, le pido que reflexione», le llegó a decir Rivera a Rajoy en uno de los espacios más controvertidos para el presidente del PP (aunque salió 'vivo') que afeó al candidato naranja comportarse como «la inquisición» e ir dando lecciones sin «modestia o humildad». Hasta llegó a sacar a colación el dirigente popular que Rivera había confesado en el programa 'Salvados' de La Sexta haber pagado alguna vez en negro. El presidente de C’s volvió a admitirlo, pero sin permitir que eso se homologase con «haber cobrado sobres en negro».

En la cabeza de los cargos populares que presenciaban el debate estaría en esos instantes, sin duda, la amenaza velada que Rivera lleva sugiriendo semanas: para otorgar su aval al PP si dan los números tendrá que ser con un paso atrás de Rajoy. En lo que atañe a la corrupción también se llevó Sánchez un zarandeo del jefe del PP -que se defendió alegando que él no asume responsabildad por escándalos como 'Gürtel' o 'Bárcenas' por no haber sido imputado- por el caso de los ERE o por que dos expresidentes andaluces vayan a sentarse en un banquillo. Y resaltable fue sin duda el ataque que le profirió en este campo Rivera a Iglesias, al achacarle financiacion «si no ilegal, si al menos inmoral» desde Venezuela. «Esa es una acusación muy grave y falsa», replicó el secretario general de Podemos, que lo negó; dijo que Ciudadanos quiere ser el nuevo «Manos Limpias» y argumentó que los tribunales han archivado hasta cinco causas dirigidas contra los podemistas por eso mismo. Reclamó además el final de las puertas giratorias.

EL DEBATE SOBERANISTA

Hubo propuestas (pocas para ser un debate presidencial) y temas de enjundia. Como Catalunya. Cuando llegó la hora de afrontar el debate soberanista, el jefe del Ejecutivo en funciones reiteró que él dialogará con los que piensan diferente, pero respetando la ley. Y no ofreció nada nuevo, aunque se mostró conforme con hablar de modificar la Carta Magna si le explican para qué y le convencen.

«Mi compromiso es reformar España, no romperla», dijo Rivera en su turno de palabra, mientras que Sánchez solicitaba impulso para una reforma constitucional que reconozca la singularidad catalana o incluya la financiación autonómica, entre otras cosas. Eso sí, no perdió la ocasión para subrayar que Podemos y sus alianzas defienden «la autodeterminación» e incluso que la alcaldesa Ada Colau quiere la independencia.

Iglesias admitió que él es partidario de una consulta porque el inmovilismo no resuelve nada, pero matizando que no lo impondrá como «línea roja» de negociación y que está abierto a escuchar otras propuestas. No dudó en incidir en que su partido, como esta misma tesis, ganó las elecciones generales en Catalunya el pasado mes de diciembre.

EL PARO

El capítulo económico ocupó parte del debate y, aquí sí, Sánchez, Rivera e Iglesias unieron fuerzas y discurso contra un Rajoy que promete bajada de impuestos y dos millones de empleos en una legislatura. "Hay que perseverar en lo hecho", sostuvo un presidente en funciones que, en este área, adoptó actitudes de experto y veterano político frente a los que no saben que "es muy fácil hablar pero otra cosa es dar trigo". "Al Gobierno no se va a hacer prácticas, se llega aprendido", apostilló.

Pero sus contrincantes cree que su mensaje tiene trampa. Que no ha "aprobado el examen con Europa", como le dijo Iglesias refiriéndose al objetivo de déficit y a la posible multa que le puede caer a España en los próximos meses, y que se ha dejado a mucha gente en el camino con esta crisis. Los candidatos de PSOE, C's y Unidos Podemos concluyeron que hacen falta derogaciones y reformas profundas en lo laboral y mucha más inversión en Educación o servicios sociales. El jefe del Ejecutivo en funciones trató de zafarse de las críticas admitiendo que quedan cosas por hacer; pero que él fue quien evitó el rescate y que en los próximos meses, son crecimiento y empleo, dará un impulso a la recuperación. No convenció a sus adversarios, que le repitieron cuanto pudieron las cifras de paro y lo precario de los contratos.