LA ESTABILIDAD DEL EJECUTIVO CATALÁN

¿Y ahora qué?, la opinión de Vicent Sanchis

Queda claro que los grandes objetivos de la legislatura ya no se pueden cumplir

Los diputados de la CUP Gabriela Serra, Joan Garriga y Anna Gabriel.

Los diputados de la CUP Gabriela Serra, Joan Garriga y Anna Gabriel. / periodico

VICENT SANCHIS

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La discrepancia entre Junts pel Sí y la CUP que no ha permitido aprobar los presupuestos de este año --¡que habrían entrado en vigor en septiembre!-- ha sido interpretada hasta la saciedad. La estrategia del Govern era llevar a la CUP al límite, una vez más. Pero, situada en el límite, esta vez la CUP ha dicho que no. Las diferencias de fondo remarcan de nuevo dos mundos que son difícilmente ajustables. Ya resulta bastante difícil ajustar a Esquerra con Convergència y la CUP con ella misma... El bien final, la república catalana, por lo visto, no justifica los medios: el acuerdo entre visiones del mundo antagónicas.

Aunque los portavoces de la izquierda anticapitalista afirman que el rechazo no conlleva la ruptura del pacto de estabilidad, el pacto se ha roto. Y la pregunta es tan obvia como necesaria: ¿Ahora qué? Ahora, reflexión. En Convergència y Esquerra se perfilan tres opciones: los que quisieran convocar elecciones cuanto antes, quienes las consideran inevitables pero las quieren aplazar tanto como sea posible, y quienes mantienen que hay que agotar la legislatura tan precariamente como sea. Unas elecciones que serán con siglas separadas.

Es difícil decidir ahora quién tiene más razón. En todo caso, la cuestión de confianza propuesta por Carles Puigdemont facilita ese camino. Lo que ha quedado claro es que los dos grandes objetivos de la legislatura, impulsar estructuras de Estado y ensanchar la base social del independentismo, no se pueden cumplir. La primera suerte --la suerte para el independentismo-- es que las circunstancias --las elecciones españolas del 26 de junio-- y los intereses partidistas obligan a esperar. Y la espera hace necesaria la reflexión y definir de nuevo la tan manoseada hoja de ruta. La segunda gran suerte es que enfrente no hay alternativa. Solo humillación, resignación o regeneración imposible.