El bumerán de la CUP, la opinión de Toni Aira

No querían caldo y, con la pataleta de niño malcriado aquella del 'pressing CUP', los de Anna Gabriel y Benet Salellas ya pueden disfrutar de las dos tazas que ahora se tragarán. Acostumbrados a actuar sin miramientos y a que todo les salga gratis, lo peor de todo para ellos será que esta vez no se podrán hacer las víctimas. Por fin ya tienen quien les devuelva el bumerán a la cabeza, y se llama Carles Puigdemont.

Les ha puesto más fácil cargarse la legislatura, pero lo tendrán que hacer votando con el españolismo más rampante una cuestión de confianza contra el Govern que ellos ayudaron a constituir (aún no sabemos si saben para hacer qué). Al anunciarlo este miércoles en el Parlament, el presidente dedicó a la CUP, anexo, un chaparrón que cualquiera en el mundo independentista que no sea un sectario (asambleario o no) se habría quedado descansado de aplicárselo. Tienen, ahora, aquello que merecen. Y ya era hora.

NINGÚN DAÑO REAL

Inés Arrimadas, Joan Coscubiela, Miquel Iceta o Xavier García Albiol nunca les harán ningún daño real. Los diputados de la CUP les son demasiado útiles. Oriol Junqueras tampoco se pondrá a ello. Tenía que ser el hombre puente con ellos para conseguir aprobar leyes clave como la de los presupuestos (que además en este caso cuelga directamente de él) y básicamente aspira ahora a ser puente de plata que haga posible el trasvase de voto cupero hacia ERC.

Frente a la CUP, para quienes estén verdaderamente hartos de ella, quedó claro ayer cuál es la referencia. Quién se planta. Quién no les pasará ni una más y reivindicará la dignidad de millones de personas que de buena fe habían creído que esta legislatura tenía que ser la de la construcción de un nuevo Estado. Es el bumerán que sin acritud pero con contundencia les devolverá el golpe cada vez que ellos le claven uno al proceso. Se llama Carles Puigdemont.