EL PULSO SOBERANISTA

Guerra fratricida por el control de la ANC

Jordi Sànchez, a Antonio Baños y Quim Torra, en la Via Lliure de la Diada del 2015.

Jordi Sànchez, a Antonio Baños y Quim Torra, en la Via Lliure de la Diada del 2015.

XABI BARRENA / BARCELONA

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Una de las formas de detectar qué impacto social tiene una determinada entidad es atender al grado de hostilidad que se genera internamente cuando llegan unas elecciones para escoger a su dirección. Siguiendo estos parámetros y tras escuchar, por boca de algunos de los protagonistas de los comicios de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), expresiones como “golpe de Estado” y “guerra fratricida”, cabe concluir que esta plataforma secesionista tiene mucho poder.

Es la de la Assemblea una guerra larvada desde el pasado julio, cuando se libró la segunda batalla por la lista única entre CDC y ERC. La primera se cerró en falso el 15 de enero del 2015 con el pacto que dio paso al 27-S. Y la segunda nació el 15 de junio, cuando Artur Mas, en Molins de Rei, reabrió el asunto, tras haberse desembarazado de Unió y tras perder CDC la alcaldía de Barcelona a manos de Ada Colau. A ojos convergentes, el colauismo amenazaba su triunfo el 27-S.

CAMBIO DE PRESIDENCIA

Entre ambas batallas, en clave ANC, sucedió algo nada baladí. Tras vencer el número de mandatos posibles, Carme Forcadell, la misma que indignó al propio Mas y a su dirección con aquel "'president', ponga las urnas", en reclamación de unas prontas elecciones al Parlament, fue sustituida por Jordi Sànchez. De esas elecciones se ha conocido hace poco la existencia de presuntas presiones a algunos de los litigantes con Sànchez para que cejaran en su empeño. Es el caso de Liz Castro. De fondo, como siempre en muchos campos, la lucha de poder entre CDC y el soberanismo de izquierdas, representado por ERC y la CUP, por la hegemonía política y civil.

La segunda batalla por la lista única dio a luz precisamente eso, la lista única. Y eso que el secretariado de la ANC apoyó abiertamente otro tipo de candidatura, una que fuera integrada exclusivamente por personalidades del ámbito civil y sin siglas detrás. Algo que dejaba a Artur Mas fuera de juego. Desde Òmnium Cultural, uno de los promotores de la iniciativa, fue Quim Torra.

De una manera aún no explicada públicamente, el 17 de julio del 2015 entraron en el Palau de la Generalitat la ANC, Òmnium, ERC y la CUP de la mano para defender la candidatura civil. Que al final Mas se impusiera sentó muy mal a sectores de la Assemblea, que veladamente acusaron a Sànchez de no haber sido fiel a lo expresado por el secretariado.

Entre esto y las propias rencillas de carácter interno que nacen contra toda dirección de una entidad, la Assemblea vio como germinaba una oposición a Sànchez que, en silencio, se fue preparando para su momento, que no es otro que este sábado, día de las elecciones en que los más de 30.000 socios votarán a los 77 miembros del secretariado. Estos tendrán que elegir el día 21 en un cónclave al presidente de la entidad para los próximos dos años. 

LOS DESCARTES DE LA JUNTA

Mientras Sànchez ha manifestado que optará a la relección, los críticos no tienen una cabeza visible, aunque sí un conjunto de personalidades que dan la cara. Son Quim Torra, el exdiputado de la CUP Antonio Baños y miembros del secretariado actual, como Agustí Alcoberro, próximo a ERC, y la propia Liz Castro. Sànchez, pese a las veladas acusaciones de favorecer los intereses de CDC, no milita en ningún partido, aunque se le ha ubicado siempre cerca de ICV. Su objetivo es impulsar la transversalidad de la ANC, la unidad de la entidad y garantizar que no habrá supeditación a los partidos. Miembros de la actual dirección han denunciado, precisamente, movimientos en este sentido de las fuerzas de izquierda.

El fuego ha alcanzado proporciones épicas con el intento de la junta electoral de la ANC de descartar las candidaturas de Quim Torra y del ilustrador Jordi Calvís por “incompatibilidad de cargos”. La de Torra porque es director del Centre d'Estudis de Temes Contemporanis, que depende del Govern. Y la de Calvís porque no ha renunciado formalmente al puesto que ocupaba en la lista de la CUP por Lleida. Tras presentar alegaciones, la junta electoral de la entidad ha dado marcha atrás y ha autorizado ambas candidaturas.

La maniobra ha enardecido a la oposición interna, que recuerda cómo el propio Sànchez no fue cesado de su puesto como adjunto general al Síndic de Greuges hasta el 22 de junio, cuando su elección se había producido el 9 de mayo. Es decir, que no tuvo ningún problema de incompatibilidad para hacer la campaña previa a su elección porque la ANC, en aquel momento, no lo consideró “un alto cargo”.