Peligro de abstención

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RAFA JULVE / BARCELONA

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La participación en las elecciones del 20 de diciembre no fue precisamente para tirar cohetes, pero es que la del 26 de junio corre el riesgo de batir todos los récords negativos. En los comicios al Congreso de hace cuatro meses votaron el 69,67% de electores. Fue la cuarta cifra más baja de las 12 convocatorias que se han celebrado desde 1977. Múltiples factores pueden causar una abstención aún mayor de aquí a dos meses si los partidos no se ponen las pilas para animar a la ciudadanía.

El primer elemento desmovilizador es el hastío con unos políticos que en cuatro meses no han sabido o no han querido ponerse de acuerdo. El segundo, las pocas perspectivas de cambios significativos que ofrecen las encuestas para el 26-J: uno de los elementos que podría deparar cierta sacudida sería la confluencia entre Podemos e Izquierda UnidaPodemosIzquierda Unida, pero si esta no se produce, los sondeos solo vaticinan un leve ascenso del PP y de Ciudadanos y la caída del partido de Pablo Iglesias. Aunque la tendría más cerca, la derecha seguiría sin obtener la mayoría absoluta, por lo que los pactos a varias bandas que ahora han fracasado seguirían siendo necesarios.

EL PUENTE DE SANT JOAN

A todo ello cabría sumar la renuncia de muchos españoles residentes en el extranjero tras las dificultades para votar en la anterior convocatoria. Y otro dato muy relevante: la fecha de las elecciones. El 26 de junio no solo habrán empezado ya las vacaciones escolares, sino que ese será el último día de un puente festivo en numerosos puntos de España, lo que puede llevar a mucha gente a desplazarse lejos de su colegio electoral. Las tres comunidades donde se presentan las confluencias de Podemos, Catalunya (5,3 millones de potenciales votantes), el País Valenciano (3,5 millones) y Galicia (2,25 millones), tienen marcado el viernes 24 de junio, Sant Joan, como fiesta autonómica, y varias decenas de localidades del resto del país (PalmaAlmeríaAlbaceteBadajozLeón…) lo han asignado como día libre local.

En el caso de Catalunya también entrará en juego otro actor: el 20-D no hubo tanta afluencia como en las elecciones al Parlament Parlament del 27 de septiembre por varios motivos, pero uno de ellos fue que parte del independentismo decidió no ir a votar en unos comicios al Congreso. Visto lo visto, ¿se sumarán aún más soberanistas a la opción de no ir a votar?

¿A QUIÉN BENEFICIARÍA?

Revisado el significante, pasemos al significado. Aritméticamente, la abstención no tiene repercusión ninguna. Es decir, al aplicar la ley d’Hondt el cálculo se efectúa a partir del total de personas que han votado, no del total de personas que podían votar. Por ejemplo: si el 26-J acudieran a las urnas un millón menos de electores pero el porcentaje de votos a cada partido fuera el mismo que obtuvieron en los comicios del 20-D, el reparto de escaños sería el mismo que hubo entonces. Ahora bien, descartada la frialdad de los números, políticamente la abstención tiene incidencia porque no repercute de forma uniforme. No todas las candidaturas se ven afectadas por igual.

Un repaso a las 12 elecciones legislativas desde la de 1977 avala esta tesis. Con  la excepción de la victoria socialista de 1989, cuando votaron el 69,74% de los electores, siempre que la participación ha sido inferior al 70%, la derecha ha sacado mejores resultados y se ha impuesto en las elecciones. Cierto es que la UCD de Adolfo Suárez (en 1977) y el PP de José María Aznar (en 1996) vencieron tras una gran afluencia a las urnas (el 78,83% y el 77,38% respectivamente), pero en el primer caso se venía de donde se venía, pues eran las primeras elecciones de la democracia, y en el segundo, los populares solo aventajaron al PSOE en 15 diputados y 290.000 votos. Además, la suma de socialistas, IU y otras fuerzas progresistas fue mayor en porcentaje de voto que la de las candidaturas conservadoras.

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Otro botón de muestra es que tanto Aznar como Mariano Rajoy forjaron sus mayorías absolutas por debajo del 69%... y que las últimas encuestas cara a la repetición de elecciones apuntan también a que el crecimiento del PP coincide con una caída de la participación. La más clara en este sentido es la que ofreció el diario conservador ‘La Razón’. Según ese sondeo, la abstención el 26-J será la mayor de la historia, del  35,8%, y llegará al 42% en los votantes menores de 30 años. Se trata precisamente del electorado que suele decantarse generalmente más hacia la izquierda. Dicho de otra manera, Rajoy puede ganar fuerzas para lograr su soñada gran coalición si la gran abstención se acaba confirmando.