LA INVESTIDURA IMPOSIBLE

Podemos e IU se centran en su coalición

Pablo Iglesias comparece en rueda de prensa ante la mirada de Íñigo Errejón.

Pablo Iglesias comparece en rueda de prensa ante la mirada de Íñigo Errejón. / periodico

IOLANDA MÁRMOL / MADRID

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La propuesta de Compromís de llegar a un pacto in extremis fue un temblor en el terreno sobre el que Podemos e IU construyen su acuerdo de coalición, pero no una sacudida de intensidad suficiente como para poner en riesgo el acuerdo que ultiman, adelantado por este diario. Aferrados a la contraoferta con exigencias planteada de inmediato por el PSOE, los líderes de ambas formaciones culpabilizaron a Pedro Sánchez de la imposibilidad de un entendimiento de última hora y se afanaron en dar por perdida la oportunidad del pacto del Prado. “Es una pena que el PSOE diga que no”, zanjó Pablo Iglesias haciendo libre interpretación en una comparecencia en la que mostró disposición a tender la mano a Sánchez, eso sí, tras el 26-J. 

También el líder de IU se apresuró a lamentar que los socialistas pusieran palos a las ruedas a un gobierno del cambio que conjurase la vuelta a las elecciones. Alberto Garzón consideró que es “incoherente” la contrapropuesta. Y el más explícito de todos, el número uno de la alianza catalana de Podemos, que puso en valor la coalición con IU, habló del tipo de campaña que desea y del riesgo que supone una elevada abstención. Xavier Domènech animó a los electores: “Queremos dejar un mensaje claro. Desde la transición hasta ahora nunca el voto de la ciudadanía ha podido ser tan crucial”, proclamó.

Desde Compromís, también consideraron "inaceptable" la propuesta de Sánchez, pero en vez de dar por válida la vuelta a las urnas, le exhortaron a hacer "un último esfuerzo". 

CONFLUENCIA EN MARCHA

Con el pacto de Compromís muerto nada más nacer y la consecuente disolución de las Cortes, Iglesias y Garzón sacarán a flote el acuerdo de coalición que vienen ultimando y que el podemista reivindicó el domingo en un mítin en Madrid. IU ha adelantado ya a este miércoles una reunión de la presidencia federal para abordar los términos del acuerdo, justo el día en que el 26-J deja de ser un temor y se convierte en realidad. 

Preguntado por los detalles, Iglesias navegó con mucha más prudencia de la que empleara el lunes el diputado malagueño, que mientras se empeñaba en negar que existieran negociaciones formales, iba anunciando sus reclamaciones: un puesto en la lista por Madrid, campañas por separado y la marca de su partido en la papeleta. El secretario general de Podemos rechazó valorar si esas indicaciones iban a ser aceptadas y se limitó a decir que el “feeling” con Garzón debe ser concretado. Escuchándole en la sala de prensa, Íñigo Errejón, el secretario político y hasta la fecha director de todas las campañas electorales del partido morado, pero también, firme defensor de la transversalidad y de que las siglas de IU no aparezcan en la contienda electoral. 

EL FANTASMA CATALÁN

Uno de los temores en Podemos es que las prisas para acabar de concretar un pacto por arriba, entre los dirigentes, limite la oleada de ilusión que quieren despertar en las bases y que se acabe construyendo una coalición que genere más recelos que entusiasmo. Los que albergan ese temor, ponen como ejemplo el fracaso de la candidatura Catalunya Sí que es Pot, pactada a toda velocidad sin excesivo impulso de las bases, y con la que los de Iglesias se estrellaron el 27-S.

La diferencia principal es que aquella campaña contó con un candidato casi desconocido, Lluís Rabell, mientras que ahora los nombres de Iglesias y Garzón hacen pensar en una contienda personalista. Aún así, algunos dirigentes opinan que es arriesgado ir con IU de la mano en una alianza en la que la coalición de izquierdas no está dispuesta a ser una fuerza subalterna y reclama una relación simétrica. 

Contra ese miedo, mensaje de ánimo del referente de Iglesias y Garzón, Julio Anguita. "Tenéis que poneros de acuerdo", les pidió el excoordinador federal de IU, que prefirió no meterse en "la cocina" pero volvió a llamar a la confluencia, consciente de que esa alianza supone una nueva batalla interna en Podemos. Y consciente, como le gusta decir al líder morado, de que "las elecciones las carga el diablo".