Alfonso Grau: de lugarteniente a hombre de paja de Barberá

El que fuera ejecutor de las políticas más duras de la exalcaldesa en Valencia se encuentra ahora en el ojo del huracán por la corrupción de PP local en la última década

Alfonso Grau

Alfonso Grau

LAURA L. DAVID / VALENCIA

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“Ella se hacía las fotos, pero él era el alcalde ejecutivo; todas las decisiones se tomaban en su despacho”. Así describen fuentes municipales al exvicealcalde de Valencia Alfonso Grau, a quien señalan como el “cortafuegos” y el “escudero fiel” de Rita Barberá. Fue la propia exalcaldesa quien en 1995 convenció a Alfonso Grau (Callosa d’en Sarrià, 1941), cirujano que por entonces ya sobrepasaba la cincuentena, para que se dedicara a la política y lo metió en sus listas. Un año después, Grau sería el elegido para sustituir al que hasta la fecha había sido su mano derecha en el Ayuntamiento: un joven Francisco Camps que marchó al Congreso para coger impulso hacia la presidencia del Consell.

Desde la vacante de Camps, Grau no dejó de acumular poder. Antes de convertirse en vicealcalde, pasó por todas las concejalías relevantes: Fiestas (lo que le reportó un alto conocimiento del importante lobi fallero); Presupuestos y Hacienda y la inusual concejalía de Grandes Proyectos, creada al calor de la Copa América de vela y la Fórmula 1. La cuestionable gestión de esta última, a través de la cual presidió la Fundación Turismo Valencia con la que firmó los convenios con el Instituto Nóos que le han llevado al banquillo como máximo responsable valenciano de las contrataciones con Iñaki Urdangarín, fue el principio de su tumba política.

También presidió los consejos de administración de dos empresas públicas que manejaban mucho dinero: la de promoción de vivienda municipal y el Palacio de Congresos de la ciudad. Pero, además, mientras Barberá subrayaba su figura presidencialista y se limitaba a representar a la ciudad, Grau era el portavoz del PP y en quien delegaba políticas de urbanismo y de recursos humanos. Él era quien se reunía con la oposición y debatía de modo tosco con el resto de portavoces cuando, obligada por la oposición, la exalcadesa recuperó en la última legislatura el debate del estado de la ciudad que ella misma erradicó en 1994.

ROSTRO SERIO, MIRADA ALTIVA

Tanto se apoyaba en él, que Barberá le confío también la gestión de la crisis por su proyecto más preciado; el plan urbanístico en el barrio del Cabanyal. Una de sus imágenes más célebres, es la del vicealcalde, con rostro serio y mirada altiva, supervisando los derribos en el barrio y encarándose a los vecinos que se abrazaron a las casas, mientras la Policía Nacional cargaba duramente contra ellos en abril 2010.

Vivió tantos años “adosado” a Rita Barberá, que se le pegaron hasta las formas. Como a su mentora, al exvicealcalde de Valencia, no le gustaba dar explicaciones a la prensa. Los medios de todo el Estado lo comprobaron cuando, ya contra las cuerdas tras su imputación en el 'caso Nóos', se revolvió diciendo que daba una rueda de prensa no para dimitir, sino porque le daba “la gana”.

Grau, que  enviudó, se casó el año pasado de nuevo con María José Alcón, no sin antes pactar con Barberá un puesto para ella en las listas municipales del PP, aun conociéndose ya que las grabaciones de Marcos Benavent situaban a Alcón como pieza clave en el 'caso Taula'. Barberá apartó a Alcón 'in extremis' de la candidatura y dejó caer al matrimonio: él cargaría con Nóos y ella con el presunto blanqueo del PP municipal. Está por ver si Grau, que ha sido detenido acusado por cohecho en la adjudicación de un contrato que no tiene nada que ver con la Operación Taula, dará por finiquitado el idilio con la “jefa” a quien tanto quiso y tanto debe.