EL PROCESO SOBERANISTA

Córcega se mira en el espejo catalán

Jean-Guy Talamoni, presidente de la Asamblea de Córcega.

Jean-Guy Talamoni, presidente de la Asamblea de Córcega. / AFP / KENZO TRIBOUILLARD

EVA CANTÓN / PARÍS

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¿Camina Córcega hacia la independencia de Francia? ¿Pretende la isla mediterránea seguir los pasos de Catalunya e iniciar el proceso de desconexión del Estado francés? De momento, la respuesta es no. Aunque para el recién elegido presidente de la Asamblea nacional corsa, el independentista Jean-Guy Talamoni (Saumur, Francia, 1960), ese debate llegará en su momento y la suerte de este territorio de algo más de 300.000 habitantes solo podrá decidirse a través del voto. También ve a Catalunya como un modelo.

"Su hoja de ruta nos interesa mucho, porque en el 2006 se votó un nuevo estatuto y hoy el debate en Catalunya es el de la independencia. Eso no significa necesariamente que los corsos vayan a votar a favor, quiere decir que la independencia entrará en el debate", comenta Talamoni en un encuentro con la prensa celebrado en un café parisino poco antes de reunirse en el Palacio de Matignon con el primer ministro francés, Manuel Valls.

A esa cita, Talamoni acude en compañía del autonomista Gilles Simeoni, nuevo presidente del Consejo Ejecutivo de Córcega. Es la primera desde que ambos lograron la victoria en las elecciones regionales del pasado diciembre con el 35% de los votos, un resultado histórico que suscita recelos en el Gobierno y en la clase política francesa.

MÁS AUTOGOBIERNO

Su intención es negociar con París el contenido de un nuevo estatuto que debería ver la luz en el 2018. Entre sus reivindicaciones, realizadas en nombre de la "nación corsa", figura un cambio en la Constitución francesa para dotar de mayor grado de autonomía y mayores competencias a la llamada ‘isla de la belleza’.

"La revisión constitucional no es un capricho. Es indispensable para avanzar en la cuestión lingüística, institucional o fiscal, por ejemplo", argumenta el presidente del Parlamento regional. Buscan una mayor capacidad recaudatoria para desarrollar una isla con una economía frágil basada en la agricultura y el turismo, cuyo modelo especulativo pretenden cambiar.

“Tenemos que demostrar que a Córcega le puede ir bien económicamente siendo independiente, algo que todavía no está en la mente de los corsos. Esa es la razón por la cual, si votáramos hoy por la independencia, el voto no sería mayoritario”, admite.

LA "NACIÓN CORSA"

Reclaman, asimismo, la cooficialidad de la lengua corsa y una amnistía para los que consideran “presos políticos”. Sin muchas posibilidades de obtener una respuesta positiva por parte del jefe del Ejecutivo, que ya se ha encargado de dejar claro que solo existe una nación (la francesa) y una lengua oficial (el francés). En el terreno lingüístico, Córcega se mira en el espejo catalán y en el modelo de Quebec.

Talamoni caldeó el ambiente previo a la reunión con Valls al poner en pie de igualdad la nación francesa y la corsa, refiriéndose en la emisora France Info a Francia como "un país amigo" con el que quieren mantener una relación “pacífica”

"PAÍSES AMIGOS"

"No provoco cuando digo que Francia es un país amigo. Soy independentista, no puedo decir que Francia sea mi país. No lo diré nunca porque no lo pienso. Es como si le pide a un independentista catalán decir que España es su país. Lo máximo que puede decir es quiere a los españoles, pero no que es español”, comenta.

“Ser nacionalista corso a principios del siglo XXI es simplemente afirmar que Córcega no es una circunscripción administrativa francesa. Somos una nación”, insiste.

La entrevista con Valls se saldó con la constatación del desacuerdo en los puntos clave, aunque se decidió crear tres grupos de trabajo para iniciar el diálogo sobre cuestiones lingüísticas, institucionales y administrativas.