CAMINO DE LAS URNAS

El debate a cuatro: lucha por los indecisos

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JUAN RUIZ SIERRA / GEMMA ROBLES

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El presidente Mariano Rajoy fue la noche del lunes el protagonista de un evento político en el que no participó. En el único debate a cuatro de esta campaña para las generales, con la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría en el papel de sustituta midiéndose con Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias, todos se dirigieron al candidato del PP, que seguía este acontecimiento televisivo desde Doñana, y que por decisión táctica solo se medirá con el líder socialista en un ‘cara a cara’ de la próxima semana. 

Incluso la propia Santamaría, durante una cita mucho más ágil de lo habitual, se vio obligada a justificar la incomparecencia. Y mientras tanto, los aspirantes del PSOE, Ciudadanos y Podemos, que ya habían debatido en triángulo la semana pasada, intentaron tutearse entre sí, con alguna equivocación por el camino, optando por el 'usted' para dirigirse a la número dos del Gobierno, a quien sus contrincantes echaron en casa decisiones gubernamentales colegiadas, pero con guante blanco. 

MOMENTOS DE TENSIÓN 

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Los momentos de mayor tensión los vivió Santamaría -que trató cuando pudo de exhibir experiencia- cuando se le echó en cara (fue Rivera) la falta de agilidad para “darse cuenta” de la gravedad de lo que sucedía en Catalunya, y también en el bloque de corrupción, donde Iglesias le soltó un "Luis, sé fuerte", en referencia al procesado extesorero del PP. Ella, incómoda, le replicó con un "Monedero, paga", en alusión a los problemas fiscales de una de las caras más conocidas de Podemos. El PSOE y C's también se arremangaron en este asunto para arremeter contra los populares.

El debate dejó claro que existe una lucha política encarnizada por los indecisos (un 41,6% de los votantes, según el CIS), así como por el segundo y el tercer puesto. Sánchez se mostró especialmente agresivo con Rivera, de quien recalcó su supuesta falta de ideología, y algo menos, aunque también, con Iglesias, a quien comparó con el griego Alexis Trispras para tratar de reflejar que sus propuestas carecen de consistencia. El líder socialista también se llevó lo suyo: el fantasma del 'zapatarismo' sobrevoló el debate, mientras Iglesias, que citó varios casos de 'puertas giratorias' en el PSOE, Iglesias hizo hincapié en que los socialistas promete mucho en campaña y después recortan y hacen reformas laborales que provocan huelgas generales.  

LA CRISIS CON CATALUNYA

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En el bloque catalán, Rivera subrayó que no todas las reivindicaciones que llegan desde Catalunya son "injustas" (citó la financiación y las infraestructuras), pero que la solución no pasa por "romper España". Con el voto del 20D, dijo, también puede dejar claro "lo que quieren los catalanes". El líder del partido naranja, como Sánchez, abogó por una reforma constitucional.

A Santamaría se le preguntó por qué el Gobierno no imitó un referéndum como el que permitió David Cameron en Escocia. En España, dijo, a diferencia de Gran Bretaña, hay una Constitución que cumplir y el Ejecutivo no puede "jugar" con la igualdad de los españoles. "Hemos dialogado para que en Catalunya, a pesar de los independentistas, no sufran los servicios públicos. Aquí no pueden hacerse consultas de esa naturaleza", argumentó.

UN MODELO FEDERAL

Sánchez, por su lado, dejó claro que él también cree en una España "unida", aunque señaló que los independentistas han "subido como la espuma" con el PP. Tras asegurar que no era "equidistante" por considerar que el culpable de la crisis secesionista es Artur Mas, incidió en que propone una reforma constitucional, con "diálogo", para llegar a un modelo federal. Pero donde también haya una brindaje de derechos sociales y mejora de las instituciones.

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Iglesias, como se encargaron de recordar sus adversarios, fue el único que defendió el derecho a decidir. Con gesto muy serio, dijo que España es un "país plurinacional" en el que Catalunya puede tener un encaje diferente. Es más, mantuvo que si Podemos logra llegar a la Moncloa, los catalanes no se querrán ir. 

LENGUAJE NO VERBAL

Los gestos y la imagen fueron muy distintos a lo largo de este debate. Iglesias, sin chaqueta ni corbata, aferrado al espíritu del 15-M. se centró en su bolígrafo. Rivera y Sánchez no supieron en muchos momentos qué hacer con los brazos. Y Santamaría se mantuvo impertérrita. Salvo cuando salió a relucir el ‘caso Bárcenas’ y los SMS del presidente a su extesorero: ahí dejó atras su tono institucional, que en ocasiones fue demasiado serio, para interrumpir a sus rivales en varias ocasiones. Ninguno de ellos implicó a la vicepresidenta en ningún caso de corrupción, e incluso le reconocieron el mérito de haber acudido al debate para "dar la cara" en este comprometedor asunto. Con Rajoy habría sido distinto. 

Sánchez no perdió ocasión de sacar el 'caso Rato' y Santamaría afeó a Rivera que apoye en Andalucía a un gobierno “de imputados”, en alusión al de Susana Díaz por el 'caso ERE', mientras da "lecciones". Iglesias, por último, repartió a todos lados. Hubo tensión; la esperada en uno de los bloques de peor digestión para la vicepresidenta, a quien se le notaron las ganas de cambiar de tema. Fue ella quien provocó que se pasara de la enumeración de medidas anticorrupción en los distintos programas, un asunto en el que no parece una quimera pensar que pueda haber acuerdo la próxima legislatura. Rivera llegó a mostrar una portada de 'El Mundo' aludiendo a Bárcenas y sus papeles.

EL EMPLEO Y LOS PACTOS

Se trató también de empleo, el problema que más preocupa a los ciudadanos. Cada cual presentó su programa y hubo en esto una clara división en bloques: la izquierda y la derecha, lugar donde Sánchez e Iglesias se esforzaron en situar a Rivera. El apartado económico sirvió para que Santamaría insistiera en presentar al PP como salvador de España ante la crisis. “Hablar es muy fácil, gobernar muy difícil”, dijo. Rivera, por su parte, identificó al PP y al PSOE en el sentido de que ambos son los responsables de los "problemas estructurales" de la economía española.  

En otros dos asuntos la división fue de tres a uno. Primero, con los pactos tras unas elecciones en las que todas las encuestas coinciden que no depararán una mayoría absoluta. Santamaría fue la única que se comprometió a no intentar formar gobierno si su partido no es el más votado. Los otros tres dejaron abierta la cuestión. Después, cuando la pregunta trató de qué harían si Francia solicita el envió de tropas de tierra españolas a Siria tras los atentados del autoproclamado Estado Islámico, solo Iglesias contestó con un "no". El resto dijo que no tenía sentido hablar de "hipótesis" y que quien tendría que decidir sería el próximo Congreso.