Tres candidatos para Mas

Artur Mas, Jordi Turull y Josep Rull, en el Born Centre Cultural tras las elecciones del 27-S.

Artur Mas, Jordi Turull y Josep Rull, en el Born Centre Cultural tras las elecciones del 27-S.

FIDEL MASREAL / BARCELONA

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Sí, el liderazgo de Artur Mas en CDC es indiscutido. Pero tan cierto como esto es que Josep Rull, Jordi Turull y Germà Gordó ya han hecho saber a su presidente que podrían optar a la secretaría general del partido en el decisivo congreso de refundación que CDC celebrará en marzo (salvo si unas nuevas elecciones lo retrasan unos meses). Los movimientos para obtener el cargo ya han empezado y cuentan con notables apoyos en cada uno de los casos.

La lógica de la continuidad llevaría a que el actual número dos de la formación y quien de facto la pilota, el coordinador general, ocupara formalmente la secretaría general. Se trata de Josep Rull. Una figura respetada y apreciada por todos en el partido. Es una figura inmaculada desde el punto de vista de la honestidad y que se sepa desvinculada de la corrupción. Representa un relevo generacional, si bien ya lleva seis legislaturas en el Parlament, y sobre todo una apuesta por la refundación y por un independentismo desacomplejado y vinculado a la justicia social, de perfil socialdemócrata.

Los perfiles

Pero Rull también tiene sus handicaps. Dicen que se le conoce en la organización como «el poeta», por su querencia por los discursos patrióticos, pero que también se le atribuye una falta de liderazgo en momentos clave. Momentos de golpe sobre la mesa. Y que su lugar no era el de ocupar una secretaría en el Parlament, en esta pasada legislatura. Si ahora Mas puede formar Govern, el futuro del exconcejal en Terrassa podría pasar por una conselleria, lo cual le dejaría menos tiempo para pilotar la fase precongresual y para luchar por sus aspiraciones, que podrían incluir la futura candidatura a presidente de la Generalitat, tras la etapa de Mas.

Otro precandidato es Jordi Turull. Eficaz jefe del grupo parlamentario pero de menor relieve público y de menos perfil ideológico, es un hombre de partido al 100%, y en lo que al relevo generacional se refiere, solo es dos años mayor que Rull. Ejerce con discreción y fidelidad a prueba de cambios. Por ejemplo, nunca ha renegado de la foto con Oriol Pujol entrando en el juzgado por el caso ITV que afectaba al entonces secretario general. Su handicap: que su perfil es poco visto como el de un candidato a president, lo cual podría recaer entonces en otra persona. Fuentes del partido sostienen que Turull cuenta en su posible candidatura con un aliado notable: Francesc Homs, escudero de Mas, conseller de Presidència en funciones y posible cabeza de lista de las generales o integrante de la misma.

El tercer hombre

Germà Gordó, actual conseller de Justícia en funciones, podría presentarse al cargo. Ha ejercido el poder y lo ejerce casi siempre a la sombra, manejando una gran cantidad información y habiendo estado en casi todos los despachos clave. Conoce los entresijos organizativos y económicos de CDC y juega la carta del soberanismo pragmático. Defiende que la salida al conflicto con el Estado será un acuerdo. Dicen que cuenta con apoyos como el del también conseller Santi Vila y parte del territorio, especialmente en Lleida. Sus puntos débiles: su anterior cercanía a una sala de máquinas convergente ahora bajo sospecha de corrupción y su falta de proyección pública. Señalan quienes no comparten su figura que carece de «tropa» y que el pulso que le hizo a Mas para seguir en las listas electorales poniendo ciertas condiciones le puede pasar factura.

Otro nombre debe ser siempre tenido en cuenta: Felip Puig. Pocos como él conocen el ADN convergente, tras decenas de visitas a agrupaciones locales durante años. Lo ha sido casi todo en el partido y en el Govern (cuatro carteras distintas con Jordi Pujol y con Mas) y es de los más apreciados por las bases. Dice estar en retirada y da por descontado que no estará en el Govern. Pero su influencia puede hacer decantar balanzas.

¿Y qué hará Mas? Fuentes conocedoras de este período precongresual sostienen que en ningún caso tomará partido por un candidato, si bien puede tener sus preferencias. Además, nadie descarta pactos y alianzas a varias bandas antes del congreso. Si se busca un secretario general de perfil organizativo las opciones son unas; si ha de ser el futuro líder y presidenciable, otras.

¿Reforma o ruptura?

En paralelo a esta batalla, una duda estructural recorre el partido. ¿Reforma o ruptura? Retoques internos, ideológicos y de caras, o como reivindican algunos, bajar la persiana del todo y fundar una nueva organización.

La primera opción representará una batalla para la que Rull quizá carezca de fuerza suficiente. ¿Sabrá imponer un giro al centro-izquierda ante el todavía poderoso sector liberal? ¿Será capaz de acabar con toda la financiación privada de CDC? ¿Podrá jubilar a las caras más vinculadas con el pasado?

Los partidarios de la ruptura argumentan que ante los casos de corrupción y el envejecimiento organizativo, la Catalunya independiente merece un nuevo partido de centro, representante de las clases medias, desvinculado totalmente del pujolismo. Piden finiquitar CDC.

En lo que casi todos coinciden es en la necesidad de tomar medidas para hacer frente a los desafíos de la corrupción y el desprestigio por los recortes sociales del Govern, mientras se prepara el relevo de Mas a medio plazo. No es de extrañar que, en este rompecabezas, todos se resistan a que la CUP sea la que, dado su papel clave en la investidura, influya en los cambios internos que quieren ejecutar por si mismos y desnaturalice la esencia del partido convergente. La clave es identificar cuál es hoy esa esencia y quien la puede gestionar mejor.