Rajoy y Sánchez buscan el cuerpo a cuerpo para eclipsar a C's y Podemos

IOLANDA MÀRMOL / MADRID

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Pablo Iglesias lo bautizó como «estrategia magnicida» y lo cierto es que, definición al margen, la campaña de confrontación que Esperanza Aguirre empleó allá por las municipales de mayo para atizar a Manuela Carmena (Ahora Madrid) se estudia ya en comunicación política como ejemplo de torpeza y regalo electoral. Los ataques directos y la agresividad de la entonces candidata conservadora al ayuntamiento de la capital lograron activar el voto anti-PP de una manera sin precedentes. La dirección de Podemos desearía encontrarse en las generales del 20 diciembre con una réplica de esa campaña, pero las estrategias diseñadas en las sedes de los partidos mayoritarios van en otro sentido: buscarán rehuir el enfrentamiento con las nuevas fuerzas.

Así, la idea de PP y PSOE es ignorar a Podemos y Ciudadanos tanto como resulte posible con el objetivo de expulsar «a los del cambio» de la contienda y que el foco se sitúe exclusivamente en Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Este planteamiento de «ninguneo consciente» responde a una lógica similar en populares y socialistas. Los primeros prefieren que C's -partido de fuga potencial de sus votantes, aún más después de lo ocurrido en las catalanas, en las que han se han convertido en segunda fuerza- pase lo más inadvertido posible en campaña, y para ello tratarán de evitar las acusaciones directas a Albert Rivera, su candidato. Otra cosa es que, a través de mensajes opacos circulando por el laberinto de comunicación electoral en redes sociales, logren (o no) sembrar dudas sobre su credibilidad. En cuanto a Podemos, fuentes populares explican que el mensaje repetido ad nauseam de que Iglesias y los suyos son «radicales» ha logrado ya su objetivo, el de despertar suficientes reticencias en el electorado para que estén en peligro de quedarse en opción minoritaria.

"Desactivar" a Podemos

Por su parte, en el PSOE asumieron también que mencionar a Iglesias era regalar notoriedad al político de Vallecas; permitirle marcar la agenda y elevarle a contendiente de primera categoría. Con encuestas en mano, los socialistas se sienten ahora más tranquilos al concluir que han logrado desactivar el fenómeno Podemos -que a principio de año lideraba la intención de voto- fortaleciendo la imagen de Sánchez como potencial presidente «solvente» frente a un Iglesias que, creen, va camino de quedarse fuera de juego en una formación pequeña, similar a lo que ha sido IU. En lo que atañe a Ciudadanos, el jefe del PSOE ha reorientado su discurso sobre la organización de Rivera, de la que procura hablar únicamente cuando le preguntan y para señalar lo que tienen «en común»: las ganas de reformar la Constitución. Y es que una cosa es ignorar y otra ahuyentar a quien puede tener en sus manos en diciembre la llave para investir un presidente.

¿Líder del PSOE "radical"?

Con Podemos y Ciudadanos alejados en principio en los sondeos -aunque Rivera ya ha vaticinado tras el 27-S que los próximos estudios de opinión tendrán «sopresas»-, el bipartidismo apostará por una contienda directa entre Sánchez y Rajoy, con campañas personalizadas al máximo para diluir las marcas de sus propios partidos. La erosión ocasionada en ambas formaciones por los casos de corrupción (el PP observa con preocupación en nuevo resurgir mediático del caso Rato) y el creciente rechazo social a estructuras que se tachan de anacrónicas, son claves que los estrategas han tenido en cuenta para diseñar una comunicación que, según dicen, intentará subrayar los valores personales del candidato.

El secretario general del PSOE se presentará como un político que aúna la cercanía a la calle con la preparación como hombre de Estado, que se encuentra en el término medio ideal entre Rajoy, por un lado, y Rivera e Iglesias, por otro. Es un dirigente relativamente nuevo en la primera línea política, pese a haber ocupado cargos socialistas desde hace más de una década, pero al tiempo representa a una siglas, las del PSOE, con «contrastada experiencia» de gobierno. Su llamado «ejecutivo en la sombra», con nombres como Ángel Gabilondo y Jordi Sevilla, viene a apuntalar esta tesis. Sánchez apela al «cambio que une» para formar el «gobierno de la mayoría», con una apelación directa al voto útil. Los conservadores, en los últimos días, están preparando la réplica a esa tesis, resaltando cada vez que tienen ocasión el supuesto «extremismo» de Sánchez por haberse aliado con Podemos tras las elecciones de mayo o, en algún ayuntamiento catalán, haber favorecido el gobierno de la CUP para orillar a un alcalde popular. Ese discurso ya fue estrenado el pasado miércoles por el propio Rajoy en la sesión de control que se vivió en el Congreso.