PREGUNTAS SOBRE LA INDEPENDENCIA / 3

¿Habrá trenes y aviones?

Los centros de control, los servidores informáticos y los núcleos de las comunicaciones. Los sistemas que regulan la circulación ferroviaria y el tráfico aéreo están fuera de Catalunya o en manos de empleados estatales. Una desconexión sin pactar parece inviable.

Una parte de los trenes, los de largo recorrido, podrían quedar parados tras una declaración de independencia.

Una parte de los trenes, los de largo recorrido, podrían quedar parados tras una declaración de independencia.

MANUEL VILASERÓ

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El fatídico puente de la Constitución del 2010, en el que una huelga salvaje de los controladores aéreos dejó en tierra a decenas de miles de personas, sirve como ejemplo de lo que podría ocurrir si la Generalitat intentara tomar como propia la red de infraestructuras del Estado en Catalunya tras una declaración unilateral de independencia (DUI). No solo los aviones podrían quedarse en tierra. Los trenes de largo recorrido y los AVE también podrían dejar de circular durante varios meses.

Este es el diagnóstico de la mayoría de los especialistas en la gestión de infraestructuras consultados por este diario. «Desconectarse de la red integrada sin un pacto es imposible si se conoce cómo funcionan estos sistemas complejos gobernados por centros de control compartidos, servidores situados fuera del territorio y con empleados de empresas públicas e incluso privadas implicadas en la gestión», explica un experto que ha trabajado tanto para el Gobierno de la Generalitat como para el Ministerio de Fomento.

Las carreteras

Los documentos sobre la transición nacional elaborados por el Govern no entran a analizar cómo se efectuaría el hipotético traspaso. Se quedan en generalidades como que los bienes de la Administración central pasarían a ser del nuevo Estado catalán y que sus empleados también pasarían a depender de este. Con este planteamiento, quizás en las carreteras no habría problemas irresolubles. Están físicamente en Catalunya y el control del tráfico ya está bajo la batuta de los Mossos d'Esquadra. Pero en los documentos no figura ni una palabra sobre lo que ocurriría con los centros de control y con los bienes que físicamente no están en Catalunya en una ruptura unilateral.

El caso más claro es el del transporte ferroviario. El centro de control del AVE está en Zaragoza y cuando este falla actúa el de Madrid de modo supletorio. ¿Y los trenes? Son propiedad de Renfe Operadora. El cerebro y los brazos de la línea férrea están fuera de una hipotética frontera del Ebro.

El centro de control aéreo de Gavà canaliza todo el tráfico aéreo de una amplísima zona, muy similar a lo que serían unos Països Catalans. Lo opera el personal de Enaire, la gran mayoría de ellos controladores con una gran fuerza de presión sindical a quienes no sería fácil convencer de que desobedecieran la legalidad española. España tiene la facultad, además, de ordenar el cierre del espacio aéreo catalán por tiempo indefinido o de colocar controladores militares. Ya lo hizo en la huelga del 2010.

Xavier Fageda, profesor de Política Económica de la Universitat de Barcelona (UB) especializado en infraestructuras, considera, en cambio, que todos los problemas técnicos son subsanables aun cuando no haya un acuerdo político. ¿Que el cerebro del AVE no es catalán? Solución: «Hacemos otro en Barcelona». En cuanto al centro de control aéreo, como está en territorio catalán sus empleados deberán obedecer a la nueva autoridad, opina. Solo admite que la nueva frontera puede ralentizar los viajes en ferrocarril porque, como ahora pasa con Francia, hay que cambiar de maquinista cuando se cambia de país. Aunque tampoco eso le parece importante. «Se perdería media hora o una hora en la operación. Tampoco es mucho. Y la gente siempre puede ir en avión o en coche», apunta.

Si España se pone flamenca, Fageda sostiene que se puede jugar una carta decisiva. «Tenemos la sartén por el mango porque controlamos el acceso por carretera a Europa», apunta como argumento para asegurar que «a nadie le interesa la confrontación». «Todos saldríamos perdiendo», asegura.

Unos más que otros, según Pau Noy, ingeniero industrial especializado en la gestión del transporte público. «Estas cosas no funcionan sin acuerdo. Son muy complejas. Incluso aunque fuera pactado requeriría mucho tiempo». En realidad, Noy ni siquiera considera que el anuncio de una DUI por parte de la lista Junts pel Sí vaya en serio. «No creo que piensen en una desconexión unilateral. Es una volada de coloms con la que solo pretenden seguir en el Govern cuatro años más. Cuando salga mal dirán: 'No nos han dejado y ya está'», sostiene.

El exalto cargo de las dos administraciones tampoco cree que puedan ir en serio, aunque él tiene otra interpretación: se trata solo de «una táctica para negociar con más fuerza».