La brecha del voto femenino limita la expectativa electoral de Podemos

IOLANDA MÁRMOL / Madrid

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Cuando la ejecutiva de Podemos vuelva de vacaciones tendrá sobre la mesa dos campañas por diseñar, un programa a medio construir y un estudio del CIS con las tripas llenas de señales que vaticinan hemorragia electoral. La brecha abierta entre el voto de hombres y de mujeres dispuestos a elegir al partido de Pablo Iglesias se ha duplicado en un año, realidad que la dirección observa con preocupación.

El análisis de voto más simpatía del barómetro de julio de 2014 atribuía el 14,4% del voto de Podemos a los hombres, frente al 11,8% de mujeres. Esa diferencia de 2,6 puntos se ha duplicado en un año y alcanza ya un 5,3%. En otras palabras, el voto de la mujer cae significativamente en Podemos en términos de género, no de forma proporcional a su bajada en las encuestas como opción electoral. En el PP la distancia de género entre el electorado resulta inexistente (0,1%), mientras que el PSOE hace gala de su fama de liderar el voto femenino, puesto que las mujeres eligen a los socialistas en un 1% más que los hombres.

AUTOCRÍTICA / La respuesta en Podemos a este problema es poliédrica. La secretaria de análisis político, Carolina Bescansa, apunta a la sociología más que al partido. Para la dirigente, su formación adolece ahora de un mal que ya padecieron PP y PSOE en los años ochenta, una brecha de género que se cebaría en los nuevos partidos que irrumpen en la esfera política y que podría ser corregida en el medio plazo. Sin embargo, diferentes voces en el seno de la formación reconocen que existen otros tres factores: el estilo de liderazgo, el déficit en la explicación del mensaje y la ausencia de contrapesos de mujeres con carisma.

En abierto, nadie critica de forma explícita el modelo de dirigir el partido del secretario general,  pero de puertas adentro algunos dirigentes consideran que su estilo agresivo puede ser percibido como un rasgo machoálfico que despierta escasa química con las mujeres ideológicamente cercanas a Podemos. Bescansa cree que el tono es «discutible» pero considera que, en todo caso, el poder del discurso prevalece sobre la personalidad de Iglesias. La responsable de políticas públicas contra la violencia de género, Paula Baeza, opina que, si bien «la situación del país es para estar enfadado y mostrar los dientes», a Podemos le conviene «fomentar otros modelos de liderazgo desde la empatía».

Lo cierto es que, hasta ahora, el número uno ha apelado en sus mítines directamente a los socialistas desencantados y a las personas mayores, pero apenas se ha dirigido a las mujeres. Cuando lo ha hecho, las ha relacionado con el drama de los cortes de luz y agua por impago. «Las madres que no pueden bañar a sus hijos por las mañanas», ha dicho. ¿Qué madre baña a los niños por las mañanas?

«Hay un déficit innegable, se está trabajando en ello para detectar errores y arbitrar medidas que garanticen una perspectiva de género en las políticas públicas y las incluyamos de forma transversal en el programa», aduce Baeza. Desde su área, no esconden las «dificultades a nivel externo e interno», pero matizan que si esto ocurre es porque Podemos «es reflejo de la sociedad machista donde los hombres ocupan las posiciones privilegiadas». «Cualquier organización traslada eso a su orden interno», afirma. A pesar de ello, en la formación presumen de tener a dos presidentas de parlamentos autonómicos y a media docena de «portavozas» en grupos parlamentarios. Aun así, la falta de un programa -se presentará en octubre- con medidas específicas, la dificultad de empatía del líder y las rutinas sociales en la arena electoral dificultan a los podemistas atrapar a un voto que, dicen las encuestas, ahora se lleva, de calle, Pedro Sánchez.