COMISIÓN DE INVESTIGACIÓN EN EL PARLAMENT

Prenafeta y Alavedra loan a Pujol y esquivan el 'caso Pretoria'

RAFA JULVE / JOSE RICO
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Macià Alavedra y Lluís Prenafeta fueron, son y serán guardia pretoriana de Jordi Pujol y están imputados en el caso Pretoria, pero sobre esto último pasaron de puntillas ayer en la comisión de investigación sobre el fraude fiscal y la corrupción. Tanto el exconseller de Governació (1982-1986), Indústria (1987-1989) y Economia (1989-1997) como el exsecretario de Presidència (1980-1990) ensalzaron la figura del fundador de CDC y negaron haber actuado como conseguidores de fondos opacos para ellos y para el partido, ejercicio de fontanería que las hemerotecas les atribuyen desde hace décadas.

Uno y otro exalto cargo rechazaron haberse enriquecido con la política y Prenafeta aseguró incluso que vive de su «pensión». Lo curioso fue que hizo esa afirmación tras mostrarse «orgulloso» de haber cobrado una comisión en el extranjero por su papel de intermediación en negocios con las empresas Alstom y Siemens. El juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz sostuvo en un auto del caso Pretoria que quien fue mano derecha de Pujol y su compañero Alavedra percibieron más de 13 millones de euros de estas compañías por gestiones «ilícitas» y que los ocultaron en Suiza.

En unas intervenciones casi calcadas, los dos comparecientes insistieron en que llevan muchos años fuera de la política, subrayaron que no tienen cuentas en el extranjero y que lo que tienen aquí lo tienen regularizado y rechazaron el tráfico de influencias por el que están imputados. En concreto, el fiscal pide una pena de seis años y 10 meses de cárcel para ellos, que refutaron ante los diputados cualquier comisión de delito. «[Pretoria] no es ninguna especulación urbanística, se trata de una intermediación pura y simple sin ningún tráfico de influencias porque no hablé con nadie ¿Cómo puede haber tráfico de influencias si no conoces a nadie?», espetó Alavedra, que quito hierro a las grabaciones de sus conversaciones telefónicas. «La traducción [del catalán al castellano] fue horrorosa», alegó.

Aún habló menos de este caso Prenafeta, que compartió con Alavedra el papel de defensa central de Pujol.  «No se merece la lapidación de que ha sido objeto» porque «no ha cometido ningún delito», proclamó. Y, conteniendo su ímpetu en algunos momentos, el exalto cargo del Govern trató de disipar otras sombras de sospecha: a Jordi Pujol Ferrusola dijo no haberlo visto desde hace 15 años pese a que es padrino de su hija mayor, y con el president Artur Mas, de quien se confesó también «amigo», solo ha hablado dos veces desde que ejerce el cargo.

CONTRA LA PRENSA / Por unos minutos, Prenafeta pareció que regresaba a su etapa en la sala de máquinas del pujolismo al tildar de «parásitos» a los periodistas cuando se le recordaban ciertas informaciones de la época sobre negocios turbios de los Pujol o de altos cargos del Govern. Y al repescar el manual convergente para denunciar que la querella contra el expresident por el caso Banca Catalana «tenía un trasfondo de ataque a las estructuras del país».

Tras Alavedra y Prenafeta habló el presunto cabecilla de la red Pretoria, Luis García, Luigi, que se escudó en que «no hay una sola prueba que acredite» las acusaciones que se vierten contra él. Aseguró que las operaciones en las que estaba inmerso no implicaron ninguna recalificación urbanística dado que solo se hizo una «modificación de usos». Y exculpó de tráfico de influencias a los dos exaltos cargos de CiU.