Política y sadomasoquismo

Un paseo con Albiol por la vecina Santa Coloma y con el último Houellebecq en la mochila

García Albiol mira a una mujer musulmana durante su visita al barrio del Fondo, en Santa Coloma, en abril.

García Albiol mira a una mujer musulmana durante su visita al barrio del Fondo, en Santa Coloma, en abril.

Carles Cols

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Hace 10 años, el ensayista Eduardo Haro Tecglen definió al PP como «el partido del miedo». Ese era exactamente el título de su artículo periodístico, de aquellos que dan rabia porque se le ha ocurrido a otro, tan directo y tan profundo. ¡Qué bueno, carajo! Pasados 10 años no ha caducado, mérito en parte de los propios dirigentes populares y, también, de sus adversarios, pues ahí está en las hemerotecas, por ejemplo, esa colección de carteles que alumbró el exfontanero general del PSC, José Zaragoza, que no hacían sino apelar también a la víscera. «Si tú no vas, ellos vuelven», amenazaban, y al lado, como personajes de Tarantino, en un blanco y negro intimidador, Mariano RajoyÁngel Acebes y Eduardo Zaplana. La socialdemocracia catalana camino de una inútil indigencia discursiva. Eso se puede concluir desde la cómoda perspectiva del tiempo y de comprobar que la tercera ciudad de Catalunya, la antaño más burguesa de la poblaciones del área metropolitana, Badalona, ha sido gobernada durante los últimos cuatro años por Xavier García Albiol, al que el lema oficial del PP, Trabajar, hacer, crecer, le ha parecido melindroso y ha optado por un provocador Limpiando Badalona.

Dice el alcalde que no hay que precipitarse en las conclusiones, que no se refiere a la inmigración, que lo suyo es más un anuncio de KH-7. El otro día tuvo una pelotera a través de Twitter con Jordi Évole sobre esta cuestión. García Albiol aseguró en mitad de esa disputa que si quisiera señalar a la inmigración lo haría y ya está. No convenció a Évole. Así que para desempatar esa polémica tal vez sirva un discreto acto de precampaña que el pasado 29 de abril llevó a cabo el alcalde de Badalona y que pasó desapercibido. No fue en su ciudad, sino en el barrio del Fondo, en Santa Coloma de Gramenet, donde un 45% de la población es extranjera y donde solo un 15% nació en esa ciudad. El objetivo declarado era presentar a los vecinos a Laura Rodera, la cabeza de lista del PP en Santa Coloma, a la que no conocían, entre otras razones, porque hasta ahora era concejala en Sant Adrià de Besòs. De ella destacó García Albiol su hermosura, virtud que al número tres de la lista, José María Casanovas, que acompañaba a la comitiva, le debió parecer insuficiente como para ganar, así que fue a lo que iba: «Señora, primero los de aquí, los españoles, y si sobra algo de los impuestos, ya veremos si les damos algo a los inmigrantes».

Aquel paseo por las calles del Fondo tenía algo abyecto. Lo normal en este tipo de actos es que el candidato pida el voto al tuntún, sin cribar a los transeúntes, pero esa vez no fue así. García Albiol serpenteaba solo en busca de aquello que Michel Houellebecq define en su última y polemiquísima obra, Sumisión, como los indígenas europeos, gente que se cree víctima de una invasión cultural. Que Houellebecq es un canalla provocador ya se sabe, pero su libro es muy oportuno aquí y ahora aunque sea solo para malmeter un poco. Solo el título, por ejemplo, ya es una filigrana que, en esencia, compara la actitud del electorado, el francés en el caso de la novela, con la entrega voluntaria de O, el personaje creado bajo seudónimo por Dominique Aury en Histoire d'O, a los caprichos de dominación sadomasoquista de su amante.

La campaña de Max Aub

Ahí está, según se mire, el intríngulis de Sumisión, que tal vez no hay más voto que el del miedo, unos a que su pueblo se islamice (el candidato del PP en Salt, Sergio Santamaría, dice que en algunos barrios de su ciudad no queda rastro de «nuestra civilización»), otros a una supuesta mugre («me baso en los informes de salud: los inmigrantes han hecho rebrotar en Barcelona enfermedades erradicadas», afirma el candidato por Barcelona Alberto Fernández Díaz), y los hay también, en partidos rivales del PP, que dicen que a lo que hay que temer es a Madrid, trasunto hispano de la galáctica Estrella de la Muerte. A veces esto de votar es un poco como los Crímenes ejemplares de Max Aub. «Lo maté porque era de Vinaroz». «Si tú no vas, ellos vuelven». «Limpiando Badalona». «No fotem...».

Del paseo de García Albiol por el Fondo se podría escribir un libro, una ucronía más humilde que la de Sumisión, en la que un alcalde que ha completado un mandato bastante convulso, con cargos públicos que terminan en los juzgados por extorsionar a los comerciantes, otros que dimiten por remozarse el piso a cuenta del municipio y un concejal que su pule 700.000 euros en un pis pas y sin control, se va a un plácido barrio del municipio de al lado y le da la vuelta a las elecciones con el argumento del miedo.

Histoire d'A. Podría ser el título.