Rajoy reprende al PP, evita autocríticas y se aferra a la economía

CamEquiscip ismolo bore consequam, susci ero digna augue

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GEMMA ROBLES / MADRID

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Llegó ayer Mariano Rajoy a la sede central del PP con intención de poner las pilas a su partido en vísperas de las elecciones autonómicas y municipales y tras la debacle de las andaluzas. El mensaje que quería lanzar quedó claro: cuando vienen mal dadas no es momento de exhibir debilidades y rellenar periódicos a base de batallas internas. Especialmente si se busca ganar las elecciones. O no perderlas, que sería el escenario que más se ajusta a un PP en peligro de dejarse en las urnas buena parte del enorme poder territorial que acumuló en los comicios del 2011. La autocrítica brilló por su ausencia en la intervención del líder ante la junta directiva nacional del partido. Y hubo números en abundancia, que el presidente quiso recordar a sus compañeros para que los repitan ante los ciudadanos y les convenzan de que la crisis ha terminado, en vez de dedicar su tiempo a alimentar enfrentamientos cainitas en el PP.

«En la política y en la vida en general conviene distinguir lo importante de lo que no lo es; conviene tener claros los objetivos y no distraerse o dejar de distraerse con asuntos menos importantes, cuando no, en ocasiones, intrascendentes o irrelevantes», afirmó el líder popular.

 Se refería a los dirigentes que en las últimas semanas se han dedicado a criticar a la dirección del PP y, fundamentalmente, a la secretaria general, Dolores de Cospedal por, supuestamente, no haber sabido manejar el partido ni la campaña electoral en Andalucía. Otros, concretamente los afines a Cospedal, han arremetido contra el andaluz Javier Arenas y sus colaboradores por poner en cuestión, dicen, la labor de la también presidenta castellano-manchega. Eso mientras barones territoriales, candidatos y cargos públicos reclamaban autocrítica tras lo sucedido en Andalucía y cambios en la cúpula conservadora. Pero como ayer quedó patente, Rajoy no está por la labor de aceptar este tipo de debates. «Nuestra historia tiene más de 24 horas. Votarnos a nosotros no es hacer experimentos ni jugar a la ruleta. Nosotros no somos un foro de debate o una pandilla de amigos, ni nos nutrimos de los que cambian de sigla en cada momento. No tenemos que andar buscando candidatos por cafeterías. Somos una organización democrática que ha sabido gobernarse y renovarse permanentemente de forma inteligente», sentenció.

Según se desprende de lo que ayer dijo, y de lo que no dijo, Rajoy no cree que sea tiempo de analizar los fallos de gestión, de estrategia o de funcionamiento en el Ejecutivo o en el partido. Ni siquiera los de «comunicación», esa palabra que suelen usar los populares cuando quieren reconocer que tienen problemas, sean del tipo que sean. «El objetivo ahora es volver a ganarnos por nuestros hechos la confianza de los españoles y lo vamos a conseguir. Entre otras cosas, porque somos una organización seria, con programa, con nuestros defectos, problemas e historias, pero este es un partido que en los momentos difíciles ha dado la talla [...]. Hemos tenido que aguantar críticas y lo seguiremos haciendo, pero no nos apartaremos de un camino que creemos bueno para España», avisó.

Muchos de los que le escucharon en la sala en la que ayer se reunió la junta directiva del PP (que no se convocaba desde hacía un par de años) dieron la razón a Rajoy en la necesidad imperiosa que tiene el partido de cerrar conflictos internos, aunque se sintieron más lejanos a otros puntos del discurso esgrimido por su jefe. Valga de ejemplo la desazón que admiten varios de los que han sido designados candidatos para las elecciones de mayo cuando se les demanda que sigan insistiendo en el discurso de la recuperación económica, ese que el electorado andaluz no ha comprado al aspirante Juan Manuel Moreno ni al propio Rajoy, que se volcó en su campaña. O cuando, en el capítulo de la corrupción, el líder les aconseja responder a quienes les hagan reproches: «Nos recriminarán con razón los casos de corrupción. Y les diremos con mucha humildad que estamos tan abochornados como ellos [...].»

Tampoco cuajó en algunos de los dirigentes consultados la regañina presidencial por una supuesta falta de respeto a las siglas del PP, las que a juicio de Rajoy serán las que logren vencer en los comicios municipales más allá de los candidatos: muchos de los que ponen su cara en los carteles para las próximas elecciones prefieren que esas siglas, que consideran devaluadas en estos momentos, ocupen un lugar secundario. ¿Y qué hacer con Ciudadanos? Pues a criterio del presidente, no forzar acercamientos prematuros a políticos «inexpertos». Un criterio que difiere del de muchos de sus candidatos, que ya están tendiendo puentes.