El PSOE renueva su músculo y obtiene un triunfo incontestable

Militantes del PSOE  celebrando la victoria, ayer en la sede de Ferraz.

Militantes del PSOE celebrando la victoria, ayer en la sede de Ferraz.

JUAN RUIZ SIERRA / SEVILLA

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Los socialistas estaban anoche exultantes. Subrayaban que volvían a ser primera fuerza, que habían logrado una diferencia de nueve puntos respecto a un PP que se desploma, que las elecciones habían sido "todo un éxito". Cuando anunció el adelanto electoral, la presidenta de la Junta, Susana Díaz, dijo que la autonomía necesitaba "estabilidad". Ese fue el pilar sobre el que basó el anticipo, y bajo este prisma la iniciativa ha logrado su objetivo, porque el escenario que se abre ahora no es más movedizo. Hace tres años, cuando el PP rozó la mayoría absoluta, los socialistas pudieron pactar con IU para continuar gobernando. Esta vez, ya sea a través de acuerdos en la Junta o solo en el Parlamento, como parece más probable, serán capaces de reeditar un mando que ya se prolonga más de tres décadas. Salen sus cuentas: el PSOE logró el 35,5% de los votos y 47 diputados, los mismos que entonces, y a través de una alianza con Ciudadanos sumarían 56 escaños de los 109 totales.

Se trata del porcentaje de votos más bajo del PSOE en Andalucía en toda su historia, pero el escenario político actual es muy distinto al de una fecha tan cercana como el 2012. Podemos Ciudadanos mostraron que han llegado para quedarse, dando una primera muestra de que el tablero empieza a romperse, y el resultado tiene más mérito.

Díaz corría el riesgo de llevar a cabo una maniobra muy similar a la del 'president' Artur Mas, en el 2012. Adelantar elecciones con el objetivo manifiesto de lograr mayoría absoluta y no solo no conseguirla sino quedarse en peor situación de la que estaba anteriormente. Los votantes no suelen recompensar los anticipos, pero esta vez se ha roto la tradición. Díaz lo ha apostado todo a una carta, ella misma, y ha ganado tras una campaña muy personalista.

"Algunas cosas han quedado muy claras -dijo a las 11 de la noche-. Después de tres años en los que no fuimos el partido más votado, el PSOE ha vuelto a ganar las elecciones".

EL FUTURO

La presidenta andaluza quería dar un golpe encima de la mesa, mostrar que en estos tiempos de descrédito de la política tradicional, con el bipartidismo tambaleándose, ella aún podía tirar del carro socialista como en los viejos, buenos tiempos. Jaleada como la gran esperanza del PSOE por sus numerosos incondicionales, la figura de Díaz continúa ganando enteros a nivel estatal. A la inversa, la autoridad del secretario general, Pedro Sánchez, seguirá en entredicho por contraste. Si se planteaba, como hacían sus incondicionales, que estos comicios fueran también la catapulta de Díaz para dar el salto a Madrid y convertirse en la próxima candidata a la Moncloa, desplazando al líder del partido, los resultados no desinflan esta hipótesis. Ella ya ha dejado claro en estas dos semanas de mítines que no ha rebajado sus hostilidades hacia Sánchez, con quien solo ha compartido escenario en un par de ocasiones, pero no hay nada escrito. También podría librar esa pugna a través de persona interpuesta.

Pero más allá de las cuestiones internas y posibles batallas por el mando del partido en las primarias del mes de julio, que dependerán en gran parte de los resultados que obtenga en las autonómicas y municipales de finales de mayo, el PSOE ha mostrado que vuelve a ser el más fuerte en Andalucía, con mucha diferencia, logrando por el camino cambiar la dinámica e insuflar ánimos en un partido muy necesitado de una victoria tan clara.

"Hay pocos antecedentes en Europa de que un partido revalide su mayoría democrática tras 33 años en el Gobierno", concluyó anoche una exultante Díaz.