La tensión larvada entre CiU y ERC toca techo antes de las municipales

Oriol Junqueras y Artur Mas, ayer, en durante la celebración del pleno del Parlament, en Barcelona.

Oriol Junqueras y Artur Mas, ayer, en durante la celebración del pleno del Parlament, en Barcelona.

FIDEL MASREAL / XABIER BARRENA / BARCELONA

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Las relaciones entre el Govern de CiU ERC se han instalado en la desconfianza. Públicamente, ambas partes guardan las formas con más o menos fortuna, pero en privado el Govern acumula reproches respecto a las actitudes de sus socios, a los que acusa de atacar constantemente al Ejecutivo y a la federación nacionalista. ERC suma también recelos y críticas a sus socios porque entienden que los convergentes les ven como competidores a batir, cuando no a echar de la carretera. Y sobre todo, porque dudan de que la federación de Mas mantenga el rumbo hacia la independencia sin ambigüedades. Los comentarios en privado, de los dos bandos, dan para llenar cuadernos. La mutua desconfianza incluso se derrama en los plenos. Y todo ello, a siete semanas del inicio de campaña electoral, la de las municipales, periodo tradicionalmente abonado a echar gasolina al fuego.

En las filas de Convergència el malestar es tan notable como silenciado. El partido de Mas vivió como una derrota la bronca batalla con los de Junqueras sobre la lista única. Tras ella, el pacto del 14 de enero (ERC aprueba los presupuestos y asume dejar las elecciones para septiembre, CiU renuncia a la lista unitaria) parecía ser una tregua, a ojos de la federación. Y no.

Los republicanos creen haber cedido en casi todo para salvaguardar la lista propia y ahora ven como el entorno mediático de la federación y algunos miembros de CiU (el último, ayer mismo, Carles Puigdemont, alcalde de Girona), aventan de nuevo la candidatura única. Temen una ofensiva en toda regla pasadas las municipales.

Convergència acusa a ERC de batallar cada moción parlamentaria, asociar constantemente CiU a corrupción, anunciar antes que el Govern el nombre y funciones de los tres asesores externos propuestos por los republicanos, y dudar de su independentismo. La comparecencia de Mas, forzada por ERC, en la comisión de investigación del 'caso Pujol', fue una gota más en un vaso que Convergència tiene lleno.

Esquerra ve los casos de corrupción que rodean a CiU ('caso Palau', 'caso Pujol', 'caso ITV') como un enorme obstáculo para el proceso. Y recuerdan que salvaron a Mas hasta cuatro veces de comparecer, con el coste de imagen que tuvo para ellos.

CDC describe a sus socios como el pariente siempre receloso. ERC opina que la federación está acostumbrada a imponer su criterio y que espera la sumisión republicana.

La consigna en el partido de Mas es el callar por el bien del proceso. "Nos duele muchísimo, de tanto mordernos la lengua", admite un dirigente de la federación. El episodio de ayer en el Parlament fue todo un síntoma del estado de la cuestión. La número dos republicana, Marta Rovira preguntó retóricamente al 'president' si el proceso seguía adelante. La respuesta del líder convergente, tirando de ironía, fue igualmente significativa: «¿Verdad que no tiene ninguna duda?» Los diputados de CDC no salían ayer de su asombro. "Esto es Monty Phyton [grupo humorístico de referencia]", resumía en los pasillos un 'conseller', optando por tomarse la situación con filosofía. "Es como cuando un niño pregunta a su madre o padre: ¿Verdad que me quieres?", ironizaba otro parlamentario de la federación nacionalista.

La cuestión de fondo sigue siendo la del inicio de la legislatura. La desconfianza del independentismo viejo de ERC al sobrevenido de CDC.

Convergència cree que cuando Junqueras carga contra la insensibilidad social y la corrupción de CiU (en el reciente libro de conversaciones con Justo Molinero), cuando Esquerra insiste en entrar en el Govern no hace sino desviar la tarea necesaria: ampliar la base social del independentismo generando confianza desde la política.

Los republicanos acusan a CiU de fariseísmo. De querer ir con ellos a unas elecciones (para no perderlas), pero no querer verlos dentro del Govern. Y de fondo, la diferencia ideológica, derecha-izquierda.

¿Cuál es la solución? Ambas fuerzas dicen callar para mantener vivo el proceso. Aunque los convergentes ya han dibujado líneas rojas: la eventual reprobación a un 'conseller' o incumplir la hoja de ruta. Y es que pocas cosas (aparte de la acusación de corrupción) irritan más a CiU que ERC reproche al Govern falta de acción soberanista. Que no es otra cosa que regresar a la cuestión de fondo: la desconfianza. Total y absoluta.