el personaje de la semana

Esperanza Aguirre, el arte de sobrevivir

Rajoy la ha elegido para que luche por la alcaldía de Madrid porque, aunque le pese, sabe que es la única que puede ganar. La exministra ha salido indemne de la 'trama Gürtel' y la 'operación Púnica', que han afectado a algunos de sus colaboboradores

El arte de sobrevivir_MEDIA_1

El arte de sobrevivir_MEDIA_1

POR PILAR SANTOS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

O la adoras o la detestas. A Mariano Rajoy le enerva y no olvida que intentó moverle la silla en el congreso del PP del 2008, cuando el ahora presidente había perdido dos veces frente a José Luis Rodríguez Zapatero. Pero él sabe que es la única que puede ganar las elecciones al Ayuntamiento de Madrid; por eso, pese a que es consciente de que va a tener que echar mano del bicarbonato varias veces hasta el mes de mayo, la ha elegido como candidata.

Según las encuestas internas, esas que le prepara Pedro Arriola (el marido de Celia Villalobos, la vicepresidenta del Congreso que pillaron jugando con el iPad), es la dirigente conservadora mejor posicionada en Madrid y no ha tenido más remedio que elegirla. Aguirre es del PP, pero es, sobre todo, Aguirre. Y su marca está mucho menos dañada que la del partido.

Con sus 63 años, ha sido casi de todo en la vida política. Concejal, ministra, presidenta del Senado y presidenta autonómica. Uno de sus sueños, ya lo decía en los años 90, era ser alcaldesa y puede que lo consiga el 24 de mayo, una muestra de que pelea hasta el final por lo que quiere. Y encima puede convertirse en alcaldesa de su ciudad, Madrid, donde nació, estudió (en el Instituto Británico) y se licenció en Derecho en 1974, el mismo año en el que se casó con Fernando Ramírez de Haro, conde de Murillo y Grande de España, con el que tiene dos hijos.

Empezó en política en el Partido Liberal, pero rápidamente se pasó a Alianza Popular. Conoció a los Aznar cuando llegaron a Madrid desde Valladolid y, en sus muchas horas como anfitriona en la capital, consiguió ganárselos.

Distanciamiento con los Aznar

Aguirre le debe mucho al expresidente, que la metió en su ejecutiva nacional del partido y también en su primer Gobierno, como ministra de Educación y Cultura y, años después, la nombró presidenta del Senado. Ahora la relación con el matrimonio es fría: Ana Botella, actual alcaldesa, no le perdona algunas críticas a su gestión y tampoco que, desde hace meses, se haya postulado para su puesto.

Su imagen ahora («animal político» es la expresión más utilizada para calificarla) no tiene nada que ver con aquellos vídeos de Caiga quien Caiga (CQC) en los que la entonces ministra de Educación aparecía como una política atolondrada, ingenua e impulsiva. Como ella ha reconocido después, aprovechó esa plataforma sin miedo al ridículo para darse a conocer, y lo consiguió.

Aguirre tiene un amplio equipo de comunicación, pero ella ha sido su principal asesora de imagen todos estos años. Tiene una capacidad innata para usar a los medios. Sabe cómo colocarse, a quién arrimarse, qué tocar y, especialmente, de qué vestirse para conseguir que los fotógrafos se fijen en ella. Hay imágenes de la exministra de chulapa, con casco de obrero, con camisetas de varios equipos deportivos, estirada en la cama de un hospital que acaba de inaugurar… Y con calcetines y tacones, en aquella foto famosa de la rueda de prensa que dio después de volver de Bombay, donde estaba de viaje oficial y salió ilesa de una oleada de atentados terroristas. Sabe rentabilizar cualquiera de sus actos y lanzar cortinas de humo para desviar la atención. Esta semana, por ejemplo, como ya está en campaña y quiere captar a los votantes más patrióticos, ha vuelto a pedir que se suspendan los partidos en los que se lanzan pitidos contra el himno español. Pero no es una propuesta nueva, ya la planteó en el 2012, cuando intentó que no se hablara del elevado déficit de la comunidad y de Bankia.

4 o 5 horas de sueño

Una colaboradora que lleva más de una década trabajando con ella lo resume así: «Manda mucho». Y durante muchas horas. El teléfono puede sonar en cualquier momento. Lleva más de 15 años durmiendo solo cuatro o cinco horas cada día. A las seis ya está en marcha, leyendo los diarios y preparando los actos de la jornada. «Estaría toda la legislatura de campaña. Adora la calle», explica esta asesora. Y quizá por eso, por esa relación que tiene con la política y el poder, ha decidido volver pese a que, en septiembre del 2012, aseguró que dimitía de la presidencia de la Comunidad de Madrid para dejar la primera línea. Aunque es cierto que muchos no se lo creyeron.

Además, en estos dos años y medio, la investigación del caso Gürtel y el estallido de la operación Púnica, sobre comisiones ilegales, podrían haber minado sus aspiraciones, pero ella ha conseguido salir indemne y eso que sus principales colaboradores (Alberto López Viejo y Francisco Granados) han caído.

Es una superviviente que ahora tiene un objetivo: la alcaldía de Madrid. Prepárense los madrileños y el señor Rajoy, que Aguirre está en campaña.