CDC se planta

XAVIER
Bru de Sala

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No duden de una cosa: el día que una clara mayoría de catalanes se decante por la independencia, CDC se declarará independentista de los pies a la cabeza. Mientras dicha circunstancia no se produce, el partido mira de no perder centralidad. Por eso acuerdan puntos programáticos comunes, claramente independentistas, con ERC. Por eso, y en el mismo momento, se plantan a un paso de explicitar la independencia en su ADN. ¿Contradicción? ¡Cálculo! Sin un buen margen de seguridad, si es alta la probabilidad de no sumar suficientes votos independentistas el 27-N, si lo que parecía ascenso a la cumbre puede convertirse en camino vallado, la prioridad pasa a ser, vuelve a ser sobrevivir. La palabra clave se llama centralidad.

Explicaba el ex ministro franquista López-Rodó, de familia de la Lliga, que en su casa --donde el recibidor era presidido por un busto del más encendido de los catalanistas, Àngel Guimerà-- se habrían arrojado de cabeza al mar con una piedra al cuello si Cambó se lo hubiera pedido. Por eso, se justificaba, como que Cambó se lo había ordenado, se volvieron franquistas. CDC actúa al revés, primero pega la oreja en tierra, y después de escuchar las pisadas de los caballos, todavía para muchos invisibles, y deducir de donde vienen y a donde van, señala la dirección con menos margen de error. ¿Si los catalanes decidieran tirarse de hacia mar con una piedra al cuello, CDC se dispondría a liderar la procesión? ¡Pues claro! Pero solo con una condición: que fueran mayoría, que estuvieran muy decididos y prometieran no echarse atrás a última hora. La clave es una y solo una: no hay mayoría consistente. Se hizo evidente el 9-N, a pesar del éxito, y ha costado un poco de digerir. Las rosas del camino son ahora espinos. Si las coges te pueden pinchar. No es culpa de Mas ni de Junqueras. Tampoco de Forcadell y Casals. El triunfalismo eran un espejismo. Otro factor, del todo natural pero que no se había tenido muy en cuenta es el crecimiento del voto del no. No hay corriente marina sin contracorriente. La intensidad de las contracorrientes es proporcional a la fuerza de las corrientes. La plantada de CDC puede tener como consecuencia disminuir la intensidad de la contracorriente antiindependentista. Los más espabilados calculan que solo de este modo, con el «ay que perdemos», conseguirán movilizar el total de votos posibles y desmovilizar los que solo votarían en contra si percibieran la amenaza inminente y real de secesión. ¿Complicado? ¿Alguien ha dicho nunca que la aventura fuera virtual?

Táctica para la próxima legislatura, si las papeletas independentistas no superan las otras: dibujar el país nuevo con el máximo consenso, presentarlo en Madrid y si dicen que no, buscar los votos que ahora faltan.