Oriol Pujol evita hablar del capital familiar oculto

RAFA JULVE
BARCELONA

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Oriol Pujol Ferrusola optó ayer en el Parlament por una estrategia a medio camino entre la de sus padres y la de su hermano Jordi. Los primeros se limitaron la semana pasada a responder con evasivas y a menospreciar a la comisión de investigación que rastrea su fortuna oculta y otros asuntos turbios. El segundo se decantó por empachar de datos a los diputados evitando así profundizar en las cuestiones más espinosas. El que fuera número dos de Convergència presidente del grupo parlamentario de CiU, aunque también jugo la baza de irse por las ramas para dilatar las preguntas, fue más breve al repetir los argumentos que usó en el juzgado para negar que cometiera tráfico de influencias y cohecho en el caso ITVy en la reconversión de varias empresas. En cuanto al capital del clan oculto en el extranjero, del que se supone que a él le correspondía una parte, solo defendió que no está encausado por ese asunto y subrayó que ni ha regularizado dinero ni tiene cuentas fuera de España. Para el resto de información -no dijo si tiene dinero de la deixa ni qué hizo con él- se remitió a la declaración que hará su hermano mayor el 26 de marzo en el juzgado.

Sí hay una coincidencia en las comparecencias de todos los miembros del clan (también en el caso de Marta y algo menos en el de Pere, los otros dos protagonistas de la sesión de ayer). Y esa coincidencia es que ninguno de ellos ha escondido su temperamento ante los diputados. Oriol, por ejemplo, abrió su intervención subrayando que nunca tuvo problemas para dar explicaciones mientras desempeñó cargos políticos, pero que esta vez se reservaba contestar según le conviniera: «Conozco mis deberes, pero también mis derechos», lanzó.

Fue esa la primera de las muchas veces que Oriol sacó ese Pujol Ferrusola que lleva dentro para marcar terreno en una Cámara que fue su casa durante una década. En más de una repuesta, el quinto hijo del expresident sacó el ventilador para airear los tejemanejes en otras fuerzas y también aprovechó para dar lecciones de política a sus excompañeros; concretamente, sobre las tareas de los presidentes de grupo parlamentario, cargo que él ocupó entre finales del 2010 y marzo del 2013. En este sentido, si él hizo gestiones sobre las ITV o sobre la reconversión de empresas como Sony, Sharp o Yamaha, alegó, fue por la responsabilidad del puesto que ostentaba. «Nunca ha habido la intención de hacerme yo partícipe de una empresa para explotar estaciones de ITV», aseguró, antes de afirmar que sus conversaciones telefónicas con miembros de la trama «se han sacado de contexto».

El exdirigente de CDC puso mucho énfasis en defender la inocencia de su esposa, Anna Vidal, también imputada por el supuesto cobro de comisiones del empresario Sergi Alsina. Y no escatimó elogios hacia Artur Mas: desvinculó al jefe del Govern de cualquier asunto turbio, valoró su «potencia» política y negó que él o su familia lo tutelaran. «No me siento lejos del president», dijo cuando Marc Vidal (ICV) le preguntó si notaba que su exjefe estaba poniendo distancia de por medio con los Pujol. Fue ante las preguntas de ese diputado cuando el compareciente insinuó que el proceso soberanista tiene mucho que ver con las actuaciones contra su familia. Incluso citó que le visitó el Pequeño Nicolás para mediar supuestamente en el conflicto territorial y que sabía cosas de él que pocos conocían.

Si en tres horas Oriol nada aclaró sobre qué hizo con su parte del supuesto legado del abuelo, tampoco su hermana Marta esclareció gran cosa. La segunda hija, imputada junto con sus padres y sus hermanos Jordi, Pere y Mireia por la fortuna oculta en Andorra, admitió que el 14 de julio del año pasado regularizó 558.000 euros al comprobar que Hacienda les seguía los pasos. Lo que no especificó es cuánto dinero inicial recibió en aquella cuenta y, en ocasiones con la voz encogida, se sumergió en un baile de datos. A cada uno de los siete hermanos y a la madre le correspondían de saque 62 millones de pesetas de la deixa, dijo. El hermano mayor gestionaba el dinero desde 1990 y en 1992 cada uno se ocupó del suyo, añadió, un extremo que fue refrendado por Pere Pujol horas después.

Marta Pujol, que es arquitecta, admitió que de 1988 a 1997 recibió 12 encargos para proyectos de la Generalitat y que 11 de ellos fueron por adjudicación directa, aunque rechazó que los obtuviera por su apellido. Además, reconoció que está contratada por el Ayuntamiento de Sant Vicenç de Montalt y que ese contrato expiró a mediados de la década pasada, por lo que ahora está en situación irregular, «como sucede» a trabajadores de «muchos municipios». Pere, en la misma línea, evitó dar detalles sobre el legado y se enredó en prolijas explicaciones para negar que sus empresas del sector medioambiental se beneficiaran del cargo que tenía su padre.