EL DEBATE DEL ESTADO DE LA NACIÓN

Sánchez trata de dar voz a la "España destrozada"

PATRICIA MARTÍN / MADRID

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Pedro Sánchez, sabedor de que su liderazgo se mueve en aguas movedizas, de que no subía a la palestra en su mejor momento --debido al incendio provocado con la destitución de Tomás Gómez y la imputación de los expresidentes andaluces Manuel Chaves José Antonio Griñán-- y de que alguno de sus antecesores tuvo que dimitir tras patinar en un debate del estado de la nación, protagonizó ayer un discurso agresivo, que provocó incluso que el presidente del Gobierno se saliera en algún momento de sus casillas.

Días después de rubricar un pacto de Estado antiyihadista, no llevó hasta la tribuna su perfil más estadista ni se detuvo en desgranar sus propuestas, sino que desde el primer momento arremetió contra los puntos débiles del Gobierno. Con una meditada estrategia, intentó erigirse en el portavoz de la España "destrozada" que, según su criterio, ha dejado Mariano Rajoy y que este obvió en su triunfalista intervención inicial. La sociedad empobrecida a la que el candidato de IU a la Moncloa, Alberto Garzón, iba a intentar dar voz, en el mismo debate, justo después de él, y a la que Pablo Iglesias se va a dirigir este miércoles en un mitin extramuros del Congreso. Ambos con intención de apacarar el espectro político de la izquierda.

Pero Sánchez intentó encabezar la "salida a la izquierda" que, según él, el país necesita para que la recuperación "desigual" se convierta en una salida de la crisis "justa". El líder del PSOE reconoció a Rajoy la "mejora" de algunos datos macroeconómicos, pero enumeró muchos otros que demuestran la "falta de oportunidades" que aún continúa.

"MIENTE"

Y, después de que el presidente, en su primera diatriba, se vanagloriase de no pedir el rescate, Sánchez evidenció con varias portadas que "miente" dado que sí pidió dinero para ayudar a los bancos tras la "pésima gestión" del PP en Bankia. "Y todo por salvar al soldado Rato", señaló, en referencia al expresidente de la entidad.

Sánchez mencionó a Luis Bárcenas desde el primer momento al resumir la legislatura que acaba en tres conceptos: precariedad, impuestos y el extesorero popular. El líder del PSOE, recién llegado a la primera línea política, presumió de estar "limpio", en contraposición con el descrédito que, debido a las acusaciones del extesorero del PP, sufre Rajoy, por el que, según ironizó, "no pone la mano en el fuego ni la señora [Esperanza Aguirre]", en alusión a la presidenta del PP de Madrid.

Sánchez hizo además un aparte para referirse al conflicto catalán y defender la necesidad de reformar la Constitución en sentido federal.

Uno de sus fallos es que leyó su réplica, lo que dio pie a Rajoy para mofarse de él. Si bien el jefe del Ejecutivo fue bastante lejos en sus descalificaciones al subrayar que Sánchez es «patético» y «no da la talla ni de lejos para ser presidente».

EL APLAUSO DE LA BANCADA

Esta actitud generó regocijo en la bancada socialista, que acogió bien el discurso de su líder y tras comprobar, en palabras de los diputados socialistas, que Rajoy "había perdido los papeles", coincidió en señalar que Sánchez había logrado su objetivo de darle al Gobierno "una bofetada de realidad", mientras que el presidente del Gobierno se comportó más bien como un líder de la oposición "descolocado" con las afirmaciones y los números de su oponente.