El pulso soberanista
La inquietud de los 50
Preocupación entre los diputados de CiU por el temor a perder el escaño por el 'plan Mas'
Puede definirse de muchas maneras, pero un miembro del Govern lo llama «lamentos». El caso es que en el grupo parlamentario de CiU existe un cierto movimiento de tropas porque si el plan soberanista de su líder Artur Mas sale adelante, la mayoría de ellos tendrán que buscarse otro trabajo.
«Soy funcionaria, no me preocupa y la verdad es que no es un tema que se comente más allá del chascarrillo», afirma una parlamentaria. Otros en cambio asumen que sí, que la inequietud existe. Oficialmente, la dirección niega tal extremo y asegura que prima ante todo la «ilusión» por la convocatoria de elecciones plebiscitarias sin partidos políticos.
Sin embargo, el plan tiene un nivel de inconcreción que es precisamente el que genera la inquietud. ¿Quién y cómo se harán las listas? Es un asunto todavía no abordado, contestó este lunes la portavoz del partido, Mercè Conesa.
Así las cosas, el grupo parlamentario vive «entre la normalidad y la resignación», la hipótesis de perder de vista su escaño y sus despachos según un diputado. Sin embargo, no hay debate al respecto. Debate en el sentido de comentar o matizar las instrucciones de Mas en los órganos correspondientes.
Así como durante el pujolismo se ironizaba con que en Catalunya mandaban tres personas (Jordi, Pujol y Soley) hoy también. En Convergència deciden Artur, Mas y Gavarró.
Más allá del futuro personal de los parlamentarios y de cuántos podrían pasar la criba de estar entre los elegidos de la llamada lista de país junto a representantes sociales, la cuestión de fondo, según un miembro del Govern, es que «se pone en juego el principio democrático de los partidos».
Una jugada de Mas que entronca con el desprestigio que generan las fuerzas políticas. La visión posibilista de este debate de fondo es la que trasladan en CDC: se trata solo de 18 meses de «hibernación».
De hecho, este período llega justo en el momento en el que el partido de Mas tiene pendiente una refundación en tres frentes: la definición netamente independentista, la apuesta por la regeneración democrática y la defensa de la justicia social.
Todo ello no esconde la pregunta más prosaica: ¿Quién se quedará fuera?. El único que por el momento ha afirmado públicamente que está dispuesto a dar un paso atrás es el conseller de Empresa i Ocupació, Felip Puig. Uno de los citados a declarar, por cierto, en la comisión de investigación del fraude y la corrupción. El resto vive con ilusión el camino hacia la independencia, según la versión oficial.
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