Emoción entre los votantes de Nueva York

En las primeras tres horas han votado cerca de 400 personas, de los 2.000 catalanes que se estima que residen en el noreste de EEUU

El 9-N en Nueva York

El 9-N en Nueva York / periodico

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 A Sergi Martos se le ha puesto varias veces “la piel de gallina” este 9 de noviembre. El joven de Reus de 25 años, abogado que lleva tres años trabajando en Nueva York, es uno de los 30 voluntarios que hoy están ayudando a que el “proceso de participación” se celebre también en Estados Unidos, donde además de en Manhattan se puede votar en San José, en California.

Sentado en una de las dos mesas colocadas a las puertas de las oficinas que la delegación de la Generalitat tiene en Manhattan, en la planta 18 de un edificio en la Avenida Lexington, Martos ha visto como muchas personas, “incluso cuando no tienen las cámaras delante”, pronuncian frases cuando colocan en la urna de cartón blanco el sobre con la copia de su identificación y con otro sobre más pequeño con su voto.

“Muchos dicen ‘esto va por ti’ y se lo dedican a sus abuelos”, explica Martos, que considera que la votación, aunque no tenga peso jurídico, “va a tener repercusión”. “Es necesario que se reconozca el derecho a la libertad de expresión y, sobre todo, mas importante, el desafío al estado español –continúa--. Para tomar decisiones políticas hay que conocer la opinión de los ciudadanos y eso es lo que estamos haciendo. Es un mandato de la sociedad a los políticos, no al revés”.

Jordi Crous ha sido uno de quienes ha colocado el voto en la urna de la mesa de Martos, que como el resto saldrán esta noche en un envío hacia Catalunya, donde se hará el recuento.

Su grito no ha sido una dedicatoria personal, sino un “Visca Catalunya lliure”. De visita en la ciudad con su esposa, Marta Vall-Llovera, que le ha regalado el viaje por su 40 cumpleaños, Crous asegura que “esto ya no tiene marcha atrás. Cada vez que nos niegan la palabra y los derechos somos más”. Los voluntarios no tenían esta mañana cifras estimadas de participación.

En las primeras tres horas habían votado cerca de 400 personas, de los 2.000 catalanes que se estima que residen en Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut y otras zonas del noreste. Pero hasta la ciudad se ha acercado para votar también gente desde Miami, desde Chicago, desde Philadelphia, Washington DC, Minneapolis… De esta última ciudad ha llegado, por ejemplo, Carme Calderé, profesora de Matemáticas en la universidad de Minnesota desde hace 35 años. “No puedo explicar mi sensación –explica--. Siento un orgullo enorme por la generación joven que ha puesto esto en marcha. Era impensable”, dice recordando las 50.000 personas que participaron en una diada independentista que ella ayudó a organizar en 1978.

También Rowan Ricardo Phillips, un poeta, escritor y traductor originario de Antigua, con pasaporte estadounidense y residencia en España, que vive a caballo entre Nueva York y Barcelona, se ha pasado por las urnas. “Pase lo que pase es un paso adelante y la realidad va cambiando”, dice con su hija en sus brazos. “Hace 15 años la idea de un presidente estadounidense negro habría sido impensable, y mira. A veces cambiar es difícil pero moralmente es lo que nos toca”.