Seísmo por un fraude fiscal

La hija menor del 'expresident' rompe el carnet de Convergència

CDC evita el choque y asegura que ha actuado sin acritud ante el escándalo

Mireia Pujol, a su llegada al domicilio de sus padres en Barcelona, el pasado 5 de septiembre.

Mireia Pujol, a su llegada al domicilio de sus padres en Barcelona, el pasado 5 de septiembre.

F. M.
BARCELONA

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Que las relaciones del expresident Jordi Pujol con el partido que él mismo fundó no son buenas es una evidencia que crece a medida que el escándalo por sus cuentas opacas durante 34 años en el extranjero va tomando cuerpo. Convergència ha tratado de marcar distancias sin ensañarse, un equilibrio precario que se ha quebrado en el caso de Mireia Pujol Ferrusola, hija del exmandatario, que se ha dado de baja del partido con una carta contundente de reproche.

Preguntado por la misiva de la hija de Pujol, de cuya existencia dio ayer cuenta La Vanguardia, el jefe del grupo de CiU en el Parlament, Jordi Turull, dijo que «es su valoración y me sabe muy mal. Es un tema que nos ha dejado en un estado de choque a muchos».

En declaraciones a Catalunya Ràdio, añadió: «Supongo que, vivido desde el lado que lo puede haber vivido ella, hay cosas que no le han gustado nada. Espero que con el tiempo, y no demasiado tiempo, todo pueda volver a su lugar».

Turull defendió que la reacción de su partido ante el escándalo no ha sido airada, y disculpó al alcalde de Barcelona, Xavier Trias, cuando afirmó que Pujol «debía desaparecer» políticamente. El presidente de CiU en el Parlament sostuvo que denunciar las irregularidades de Pujol es compatible con que se mantenga «la obra y el capital político, aunque les pese a muchos».

REACCIÓN SIEMPRE PRUDENTE / Desde el estallido de la confesión de Pujol, la prudencia ha guiado las respuestas de CDC y del Govern. Si en una primera reacción, el president Artur Mas afirmó que se trataba de un asunto estrictamente privado y familiar, después se actuó para retirarle las atribuciones como expresident, siempre de común acuerdo con él, que anunció que renunciaba a sus cargos en un partido en cuya sede no volverá a poner los pies.

Pero el hecho de que Pujol diera largas a su comparecencia en el Parlament («ya se verá», contestó en la primera ocasión en que los medios de comunicación pudieron preguntarle) incluso tras una petición formal de CDC en la residencia de verano del expresident en Queralbs, otorgó a la situación un plus de tensión interna. No ayudaron declaraciones como las de Trias o la percepción de que la familia Pujol trataba de obstaculizar la investigación (denunciando a dos bancos andorranos por revelación de secreto).

Pero en ningún momento Mas ha tenido palabras de reproche hacia quien le nombró sucesor, sino muestras de «pena» y «tristeza». Y sobre su familia, incluido Oriol Pujol, exsecretario general de CDC, el president opta por no pronunciarse alegando que se trata de una cuestión privada. Al tiempo, el líder de CiU trata de subrayar que Pujol llevaba 10 años sin mandar. Está por ver si la ruptura de su hija Mireia con CDC es un hecho puntual o el inicio de un goteo de enfrentamientos.