EL ÓRDAGO SOBERANISTA

Iceta defiende una consulta que no pregunte por la independencia

Miquel Iceta, junto al líder de UGT de Catalunya, Josep Maria Álvarez, en una conferencia, ayer en Barcelona.

Miquel Iceta, junto al líder de UGT de Catalunya, Josep Maria Álvarez, en una conferencia, ayer en Barcelona.

JOSE RICO
BARCELONA

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Para demostrar una actitud propositiva en el debate soberanista, el líder en ciernes del PSC, Miquel Iceta, desveló ayer la consulta que él haría a los catalanes. La pregunta: «¿Quiere que el Govern de Catalunya negocie con las instituciones del Estado un acuerdo que garantice el reconocimiento del carácter nacional de Catalunya, un pacto fiscal solidario y el blindaje de las competencias en lengua y cultura?». Nada que ver con la doble pregunta que pactaron CiU, ERC, ICV-EUiA y la CUP porque la opción de la independencia no aparece ni por asomo. Pero, a juicio de Iceta, esa es la única pregunta que puede pasar el filtro del Gobierno central y «cumple con unos estándares mínimos de calidad democrática». Minutos después de proponer el enunciado, el propio autor reconoció que no podría garantizar el apoyo del PSOE a este referendo.

El plan de Iceta, que empezó a revelar el domingo, consiste en la convocatoria de dos consultas. La primera, con la mencionada pregunta, para otorgar al Ejecutivo un «mandato claro y potente» para negociar con el Estado. La segunda consulta debería ratificar el fruto de esa negociación. Y ambos referendos, claro, tendrían que contar con el beneplácito previo del Gobierno central.

En una conferencia-coloquio en el foro Nueva Economía a la que acudieron representantes de CiU, ICV y EUiA, el dirigente socialista tildó de «chapuza descomunal» la pregunta del 9-N y vaticinó que la convocatoria será «inmediatamente suspendida» por el Tribunal Constitucional. Todas estas fuerzas, además de ERC, tardaron muy poco en desdeñar la propuesta de Iceta por entender que representa un regreso a los tiempos del laminado Estatut y el fracasado pacto fiscal. El convergente Lluís Corominas avisó de que preguntar por la independencia de Catalunya es «irrenunciable». La republicana Anna Simó aseguró que la propuesta de Iceta «hace olor a vieja política, a pacto de despacho». Y el ecosocialista Josep Vendrell la situó «en un tiempo pasado: la era de la autonomía». También el PPC y Ciutadans atizaron al candidato a primer secretario del PSC, aunque en este caso por «caer en la trampa» y «hacer el juego» al independentismo.

Al basarse en un mandato para negociar mayores cotas de autogobierno, la pregunta de Iceta se parece, incluso por su longitud, a la que respondieron los quebequeses en el segundo referendo soberanista, en 1995: «¿Está usted de acuerdo con que Quebec llegue a ser soberano después de haber hecho una oferta formal a Canadá para una nueva asociación económica y política en el ámbito de aplicación del proyecto de ley sobre el futuro de Quebec y del pacto firmado el 12 de junio de 1995?». La gran diferencia es la ausencia del concepto de soberanía.

RECHAZO DE LOS CRÍTICOS / En la semana en que será elegido primer secretario, Iceta aún no ha logrado apaciguar a los sectores críticos que todavía permanecen el partido, aunque ahora bajo el paraguas de Moviment Catalunya y con el propósito de presentarse con una marca propia a las elecciones municipales. En Twitter, la plataforma afirmó que su pregunta es la del 9-N y sus «compañeros de viaje», las fuerzas y las entidades del Pacte Nacional pel Dret a Decidir.

Sin embargo, en la nueva asociación no hay un criterio unitario respecto a si tienen que romperse todas las amarras con el PSC, algo que Iceta aprovecha para ofrecer el anzuelo de una alianza que permita al nuevo movimiento presentarse allá donde los socialistas no tengan lista. La gestora que gobierna el PSC hasta el congreso del día 19 volvió a reclamar ayer las actas a aquellos cargos públicos que dejen el partido, caso del diputado Joan Ignasi Elena.