TRIBUNA

Con el nuevo reinado, la consulta

RELACIÓN CORDIAL. El Rey y Mas, en Barcelona, en septiembre del 2012.

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ARTUR MAS

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El rey Juan Carlos I ha abdicado la Corona y, como presidente de Catalunya, me corresponde mostrar respeto por esta decisión. Después de casi 40 años de reinado, parecería que entra dentro de la lógica generacional, si bien es cierto que la situación de España y sus circunstancias aconsejan ser prudentes respecto a las causas de este hecho. En la larga trayectoria del rey Juan Carlos hay activos y pasivos. No me corresponde valorarlo, pero sí digo que, como todo servidor público, se le debe agradecer la aportación positiva que haya podido hacer.

Pasado este tiempo, la abdicación del Rey marca un momento simbólico para hacer un balance y una conclusión: hay que señalar que ha habido un cambio muy significativo respecto a la manera en que la sociedad catalana se relaciona con las instituciones del Estado. El pueblo de Catalunya, muy mayoritariamente, hizo una apuesta sincera y comprometida por el pacto constitucional de 1978. Las instituciones del Estado que nacen y renacían en ese momento, como la monarquía, las Cortes Generales, el Tribunal Constitucional y algunas otras, representaban el contenido del pacto, le daban forma y debían garantizar su cumplimiento. Ha pasado una generación y media, y aquella apuesta de los catalanes ha quedado incumplida, insuficiente. Hasta el punto de que en una parte significativa y, probablemente, mayoritaria de la sociedad catalana, hay distanciamiento, desapego y, seguramente, desconexión respecto a la mayoría de estas instituciones.

Al nuevo monarca, el príncipe Felipe, le deseamos suerte y aciertos. En Catalunya siempre existe el deseo de que a España le vayan bien las cosas. Pero también deseamos lo mejor para Catalunya y sus más de siete millones de habitantes. El rey Juan Carlos habló de la nación española pero, al lado, hay una nación catalana. Llegados a este punto de la relación con España, lo mejor para Catalunya, ahora, es poder decidir su futuro libremente, democráticamente y pacíficamente. El próximo 9 de noviembre tenemos una cita con nuestro futuro que, de la misma manera que queremos que sea bueno para España, queremos que sea bueno para Catalunya.

El Rey de España cambiará, y el proceso democrático catalán seguirá adelante. Por eso, en este momento histórico es momento de pedir a todas las instituciones del Estado, todas, que respeten la voluntad de decidir del pueblo de Catalunya. Que lo hagan desde una actitud de respeto mutuo, diálogo permanente y leal colaboración.