FRICCIONES INTERNAS EN EL PSOE

Rubalcaba trata de cerrar la herida con el PSN tras el fiasco de Navarra

El líder del PSN, Roberto Jiménez.

El líder del PSN, Roberto Jiménez.

JUAN RUIZ SIERRA
MADRID

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Roberto Jiménez, líder del Partido Socialista de Navarra (PSN), es un dirigente muy tocado. A mediados de febrero, tras conocerse las acusaciones de corrupción por parte de una exdirectora de Hacienda contra el Gobierno foral de Unión del Pueblo Navarro (UPN), anunció por su cuenta y riesgo una moción de censura si la presidenta autonómica, Yolanda Barcina, no presentaba su dimisión. Para prosperar, la iniciativa de Jiménez debía contar con el apoyo de los parlamentarios de Bildu, una posibilidad que provocó escalofríos en el PSOE, más aún a las puertas de las europeas. Así que la dirección del partido, tras varias semanas de mensajes cruzados, mandó parar el pasado miércoles y desautorizó a Jiménez, quien al día siguiente reunió al comité regional del PSN, que acató la decisión pero mostró su disconformidad. Aunque muchos daban por descontado que no saldría vivo de la cita, el líder navarro se mantuvo en su puesto. Ante este ambiente sumamente enrarecido, Jiménez solicitó verse ayer con el secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba.

TRAS LA REUNIÓN / Al acabar el encuentro, los colaboradores de los dos dirigentes solo se pusieron de acuerdo en una cosa: ambos se habían mantenido en sus posiciones. Para el PSN, la moción de censura era una cuestión de «higiene democrática» y Bildu, un partido legal con el que, por otra parte, nunca se había pensado formar gobierno. Para el PSOE, los aberzales «no son un partido más».

Según el entorno de Jiménez, el encuentro fue «tenso»: el navarro acusó a Rubalcaba de colocar al PSN en una «posición muy delicada» y le recordó que había criticado a quienes usan a Bildu para «tapar la corrupción». Desde la dirección socialista, que intenta cerrar las heridas tras este complejo episodio, se explicó que la reunión había sido «cordial», y que en ella se dedicó más tiempo al «futuro» que al «pasado» de Navarra, una comunidad instalada en el desgobierno, donde Barcina, con solo 19 de un total de 50 diputados, no puede aprobar ninguna ley desde la ruptura hace casi dos años del Ejecutivo de coalición con los socialistas. «Somos conscientes de que la situación del PSN es complicada, y también la de Jiménez. Entendemos que en Navarra las cosas se ven diferentes, pero  ¿cómo explicas en Granada, Almendralejo o Segovia que nos estamos apoyando en Bildu?», señalaron fuentes de la cúpula del PSOE.

PRESIÓN A BARCINA / Antes del encuentro con Rubalcaba, el líder del PSN confesó que se planteó dimitir, algo que le pidieron varios miembros del comité regional durante la reunión del pasado jueves. «En algunos momentos llegué a barajarlo», dijo en la SER, donde también mostró comprensión hacia la taxativa orden llegada de Ferraz, cuartel general de los socialistas: «El PSOE mira por el conjunto de España y nosotros miramos por Navarra». Al final, continuó Jiménez, se mantuvo en su puesto porque hubiera resultado «kafkiano» que «una crisis que azota al Gobierno navarro la vayan a pagar los socialistas por intentar cambiar las cosas». Para el PSOE, la pelota está ahora en el campo de Barcina. «Solo sigue en el cargo amparada por los escaños de Bildu», argumentó el partido en un comunicado.