Editoriales

Rajoy advierte a Catalunya vía Escocia

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Aunque algunos de sus ministros  sí lo habían hecho, nunca hasta anteayer Mariano Rajoy había expresado con claridad su convencimiento de que «si una región obtuviera la independencia de un Estado miembro, quedaría fuera de la Unión». La particularidad es que, aunque está inequívocamente dirigida a Catalunya, la admonición del presidente del Gobierno ha tenido formalmente por destinataria Escocia, cuyos ciudadanos decidirán en referendo, el 18 de septiembre del 2014, si quieren o no seguir formando parte de Gran Bretaña. Y como era de prever, el aviso del jefe del Ejecutivo -que lo llevaba preparado por escrito como respuesta a una pregunta pactada en una rueda de prensa- ha disgustado tanto a los soberanistas catalanes como a los escoceses. Estos, con un sentido del humor muy británico, han advertido: «Constatamos que  el presidente español ha dicho que no se ha leído nuestras propuestas», en referencia a que el libro blanco que justamente esta semana ha presentado Alex Salmond prevé un periodo de 18 meses, entre el hipotético triunfo del  en el referendo y una secesión efectiva, para que Escocia negocie con la UE su permanencia como país independiente.

Aunque tengan aparentemente muchas similitudes, los procesos de Escocia y Catalunya son en realidad muy distintos. El primero es fruto de un pacto del Gobierno de Glasgow y el de Londres, que se ha comprometido a respetar el resultado de la consulta aunque lógicamente ha empezado ya a desplegar una estrategia para asegurar la victoria del no que hoy predicen los sondeos. De modo que Rajoy no parece que tenga mucha autoridad política para pretender -ni que sea aparentándolo- dar consejos a Escocia mientras responde con simples negativas y blandiendo la Constitución como arma arrojadiza a las demandas de gran parte de la sociedad catalana de poder decidir su futuro de forma legal y pactada con los poderes del Estado. Por lo demás, la prudencia de la que tantas veces ha hecho gala debería haber llevado al presidente del Gobierno a no dar pie a la acusación de que se ha injerido en un asunto interno de otro país de la UE. A menos que eso forme parte de una estrategia de auxilio mutuo con Londres para combatir de forma cruzada los respectivos riesgos de secesión territorial. El tiempo, en su caso, dará la respuesta.