El órdago soberanista

Junqueras puntualiza que no piensa en una huelga general

Oriol Junqueras.

Oriol Junqueras.

XABIER BARRENA
BARCELONA

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La sincronía de fenómenos sucedidos ayer, las matizaciones prestas de Oriol Junqueras a sus propias palabras del miércoles en Bruselas, y el virulento ataque por afeamiento de todas las fuerzas del arco parlamentario, excepto la CUP, parecen indicar que se está ante, quizá, el primer gran error del presidente de ERC, alguien que, hasta ahora, disfrutaba de cierto efecto Midas, de convertir en oro todo lo que tocaba. Así, Junqueras afirmó que lo dicho en Bruselas en cuanto a frenar la economía catalana durante una semana era más «una demostración de fuerza ante el Gobierno que una propuesta en firme», y que no utilizó en ningún momento la palabra «huelga». Es decir, una especulación, tal como adivinó ICV-EUiA el mismo miércoles.

Evidentemente, y por la  gravedad de lo dicho, la matización de Junqueras no frenó la salida en tromba del resto de partidos. Su gran enemigo, y sin embargo socio de estabilidad parlamentaria, Unió, señaló, vía Josep Antoni Duran Lleida, que «no es una expresión afortunada», ni una propuesta que «tenga cuatro dedos de frente». «Va contra los intereses de Catalunya y, además, el peor sitio para expresarla es Bruselas». CDC, más allá del mensaje en caliente del conseller de Empresa, Felip Puig, del mismo miércoles («Catalunya no se puede permitir parar ni dos horas») y, ayer, del titular de Economia, Andreu Mas-Colell («No sería bueno»), informa Fidel Masreal, guardó un respetuoso silencio.

El PSC reclamó al president, Artur Mas, que «desautorice» al presidente de ERC. Una forma velada, por tanto, de atribuir al Govern parte de la responsabilidad de lo dicho por quien, al fin y al cabo, es el que le da estabilidad en el Parlament. Según el portavoz del PSC en la Cámara, Maurici Lucena, la especulación de pone de manifiesto un «extremismo muy preocupante», y advirtió de que amenazas como la vertida en Bruselas harán «imposible» un acuerdo entre gobiernos para la consulta.

AHÍNCO UNIONISTA / Quien más ahínco mostró en poner en la picota al líder de los republicanos fue el bando anticonsulta, Así, Alicia Sánchez-Camacho, la presidenta del PP catalán, de visita, precisamente a Sant Vicenç dels Horts, cuyo alcalde es el propio Junqueras, le calificó de político irresponsable y «kamikaze». «Parar la economía significa más crisis y más paro», señaló Sánchez-Camacho, antes de calificar la propuesta de «disparate».

Finalmente, Ciutadans consideró que Junqueras «había traspasado una línea roja». El portavoz en el Parlament, Jordi Cañas, apuntó que «el Gobierno de España no puede claudicar ante el chantaje y la amenaza en toda regla de Esquerra».