¿Qué pretende Griñán?

José Antonio Griñán (izquierda), junto al expresidente andaluz Manuel Chaves, celebran los resultados electorales, el 25 de marzo del 2012 en Sevilla. EFE / JUAN FERRERA

José Antonio Griñán (izquierda), junto al expresidente andaluz Manuel Chaves, celebran los resultados electorales, el 25 de marzo del 2012 en Sevilla. EFE / JUAN FERRERA / mac

JUAN RUIZ SIERRA / Madrid

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Hay una mano, hay un cuello. La mano es de José Antonio Griñán; el cuello, de Alfredo Pérez Rubalcaba. La mano agarra al cuello. Unas veces la mano sujeta al cuello con suavidad y otras le quita oxígeno. Pero nunca lo ahoga. Utilizada por un líder territorial para describir la relación entre el presidente de Andalucía y el secretario general del PSOE, la imagen está muy extendida en el partido, tanto en los sectores críticos como en los oficialistas.

Desde hace un año y medio, la dirección socialista se ha preguntado en múltiples ocasiones qué pretende Griñán. Por ejemplo, cuando el mandatario autonómico apoyó, a través de Susana Díaz, su persona de confianza y probable sucesora, a Carme Chacón frente a Alfredo Pérez Rubalcaba en la carrera por el liderazgo socialista. Cuando reclamó al líder no "atrincherarse" hasta el 2016. Y cuando sostuvo que Rubalcaba debía decir cuanto antes si quería repetir como aspirante a la Moncloa. Pero el punto álgido de este interrogante, el momento en el que recorrió con más fuerza los despachos de Ferraz, sede central del PSOE, fue el pasado miércoles, cuando Griñán, el dirigente más poderoso del partido, dijo que se iba, que se necesitaba "savia nueva" y que las primarias para la candidatura socialista a la Junta no serían lo más cerca posible de las autonómicas, como siempre había sostenido, sino a finales de julio.

El plan sería este. Griñán se retira a principios de septiembre. Díaz asume la presidencia andaluza e intenta aprobar los presupuestos de la comunidad con IU, su socio de gobierno. Si no hay acuerdo, y no está claro que lo vaya a haber, adelanta elecciones, haciéndolas coincidir con las europeas para así comparar después el previsible mal resultado comunitario del PSOE con el (según las encuestas) aceptable desenlace de las autonómicas, que permitiría a los socialistas continuar en la Junta. A partir de entonces, los andaluces prepararían el "asalto" a la dirección del partido, forzando un congreso extraordinario del partido.

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