El tesón antifranquista de Aquilino

Tras la segunda guerra mundial, el PCE encomendó a 30 hombres desembarcar en Asturias para sublevar a la población y forzar la intervención aliada

Aquilino Gómez Fernández, uno de los guerrilleros que participó en el intento de invasión de España a través de Asturias

Aquilino Gómez Fernández, uno de los guerrilleros que participó en el intento de invasión de España a través de Asturias / periodico

DANIEL RIVAS

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En el pequeño puerto de Lastres, en Asturias, la marea pugnaba con el 'Pourquoi-Pas?', un pesquero francés. A veces les zarandeaba cerca del espigón y otras les mandaba de vuelta a mar abierto. La nave, donde viajaban 30 milicianos del Partido Comunista de España (PCE), estaba a la deriva porque un cabo se había enganchado en la hélice. Si lograban desembarcar, propagarían una nueva guerra contra Franco. Aun así, en la madrugada del 28 de enero de 1946, el último combate por España estaba secuestrado por una cuerda suelta.

El sol levantaba, poco a poco, el velo nocturno que les había camuflado desde que zarparon de la localidad vasco-francesa de San Juan de Luz. Amanecía y solo quedaban unos minutos antes de que alguien los viese a la deriva. "La corriente nos sacaba del puerto y estábamos perdidos", narra Aquilino Gómez Fernández, uno de los últimos testigos vivos de la misión. En la bodega del pesquero viajaban escondidos los milicianos de la Agrupación Pasionaria. Eran veteranos de la guerra civil y de la resistencia en Francia. Y se habían ofrecido voluntarios para esta misión. Desde su partida, tuvieron mala mar y no habían podido desembarcar en la playa asturiana de La Isla (Colunga), su objetivo original. Los combatientes pensaron incluso en "encallar el barco en el arenal, que estaba casi desértico", explica Gómez con una lucidez magnífica a sus 98 años, en su casa de Burgos. Pero tampoco. Entonces se arriesgaron a entrar en el puerto de Lastres.

El desembarco en Asturias se había gestado como un nuevo intento por reconquistar España tras el fracaso de la invasión del Vall d¿Aran. Esta vez, el PCE no quería movilizar a su ejército (había más de 13.000 maquis en Francia), sino infiltrar a los hombres en la población para reavivar las ascuas de la guerra.

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