FELIPE DE BORBÓN

Heredero, 45 años

Hoy, aún se es joven al superar el ecuador de la vida. Incluso para heredar una corona. De aquel 30 de enero de 1968 a este del año 13 hay más que fotos. El de la barba cana es aquel niño con gorro de playa.

Los príncipes Felipe y Letizia, junto a las infantas Leonor y Sofía, el primer día de colegio de las pequeñas, el pasado 14 de septiembre.

Los príncipes Felipe y Letizia, junto a las infantas Leonor y Sofía, el primer día de colegio de las pequeñas, el pasado 14 de septiembre. / JLR

IOSU DE LA TORRE / Barcelona

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En medio de la agitación que sacude España, el Príncipe llega a los 45 años. ¿Está preparado el heredero para relevar al Rey? Seguro. Otra cosa son las circunstancias de la sucesión, si es que llega. El tiempo de espera se alarga. La prudencia impera por encima de las cacerías y el ansia por actualizar la monarquía y el modelo de Estado. Las fotografías que revisan la vida del Príncipe lucen un espíritu zen. Paciencia. Vivir la vida, la buena vida.

En aquella España de los primeros 70 -- cincelada por la ley de prensa de Manuel Fraga Iribarne, las gorras de plato y porras de los grises, la escasez del petróleo, las devaluaciones de la peseta y la clandestinidad política --, cuando ya caminaba Felipe de Borbón, se contaba un chiste que triunfó: Juan Carlos y Sofía duermen en la Zarzuela. De repente, suena el teléfono. Franco ha muerto. La esposa zarandea al esposo que ronca a pierna suelta. "¡Juanito, Juanito!" , reclama. Juan Carlos abre un ojo. "¿Qué pasa? ¿Qué pasa? ¿Ya se ha muerto el viejo?"

Las carcajadas también eran clandestinas. El sucesor elegido por el caudillo de las flebitis aguantó muchas noches en vela hasta que llegó el 20 de noviembre y el desayuno lacrimógeno de Arias Navarro. Búsquenlo en Youtube. ¡Auuuuuuh!, clamaba el 'Hermano Lobo'.

Hoy no corren muchos chistes sobre la larga espera hacia la corona, pese a los esfuerzos de humoristas como El Gran Wyoming, Andreu Buenafuente, Carlos Latre, Toni Albà y Queco Novell. A pocos independentistas se les ocurre comparar la situación de este dañado 2013 con aquel otoño del 75 en que Juan Carlos esperaba la llamada que no llegaba del palacio de El Pardo.

Hoy, el teléfono personal del príncipe de Asturias (y de Girona, no nos olvidemos) suena en situaciones menos aparatosas pero con miga -- la penúltima operación del patriarca, la cadena de disgustos con su cuñado 'el duque em Palma do' -- o afortunadas otras veces ¿un viaje sorpresa con su esposa y las niñas, la criba que llega de Oviedo sobre los premios que llevan su título--.

En el encuentro grabado con Jesús Hermida, el Rey dejó muy claro que los 75 años y la colección de lesiones que le han llevado al "taller" no le invitan a plantearse dejar paso. Hay majestad para rato. Con ese tono tan característico que le sale entre las fosas nasales y el cielo del paladar, Juan Carlos afirmó: "Felipe es el príncipe de Asturias mejor formado de la historia". ¿Un guiño excesivo del campechano monarca o una declaración verdadera? Se supone que la segunda. No ha habido heredero al trono tan cultivado. Décadas no le han faltado: un buen colegio en Madrid, el COU en Toronto (Canadá), formación universitaria con 'cum laude' en Georgetown, Washington (EEUU) y militar en la Academia de Zaragoza. Tiene un excelente inglés y francés, y se defiende muy bien en catalán, como muestran las ocasiones que ha visitado esta tierra. Por ejemplo, la palabra 'independència' es fácil de entender y replicar en defensa de la 'unitat d'Espanya'.

Las crónicas del 31 de enero del 68 recogen en boca del padre: "Tendrá una educación abierta, la que corresponde a los tiempos que corren". Los de hoy son otros, como bien debe de explicar a Leonor y Sofía, junto a Letizia.

La tarjeta aérea de Felipe de Borbón suma millones de puntos con varias vueltas al planeta. Seguro que ostenta otro récord: la asistencia a la toma de posesión de los presidentes y primeros ministros de decenas de países, especialmente latinoamericanos tras el desalojo de las dictaduras militares.

En la complicada tarea de conquistar el corazón de tantos juancarlistas, el Príncipe y su esposa, Letizia, se han esforzado por hollar las entrañas de la sociedad. Cenas con intelectuales, empresarios, editores o periodistas son otro máster para conocer qué España es esta del siglo XXI. Pocas cosas ya les sorprenden.

Felipe podría llevar escayolada la muñeca por la cantidad de manos que ha estrechado. En la distancia corta, se muestra afable, atento, conversador. En Pamplona aguantó el chorreo de una Navarra indignada en una inauguración. Sabe cómo mostrarse firme mientras se hace el sordo ante preguntas incómodas o algún silbido. Como Hugo Sánchez en el Camp Nou. Felipe es del Atlético, como le arrancó José María García en la adolescencia, a diferencia de su progenitor, del Madrid. No ha vuelto a decirlo. Es de todos y, sobre todo, de la Roja. Juan Carlos es taurino. A Felipe no le gustan las corridas, influido por su animalista madre. La Reina lo idolatra y vigila. La 'Profesional' de la familia disfruta con el 'Profesional' que vence tanta espera y le ha dado dos nietas con la mujer que quería. No le comparen aún, salvo en el parentesco, con Carlos de Inglaterra (64 años), a la sombra de mamá Isabel (86). "Conozco bien a la reina y Helen Mirren la clavó", contó confidencial a un grupo de periodistas tras ver 'The Queen'. Felipe disfruta con el cine y evita los cuentos sucesorios.