JUICIO DE UN MAGISTRADO DE LA AUDIENCIA NACIONAL

Garzón, en el banquillo

El juez Baltasar Garzón, el pasado mes de mayo llegando a un hotel de Madrid.

El juez Baltasar Garzón, el pasado mes de mayo llegando a un hotel de Madrid.

MARGARITA BATALLAS
MADRID

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El juez Baltasar Garzón se considera ya condenado y hoy acudirá al Tribunal Supremo a cumplir con el trámite de sentarse en el banquillo de los acusados para explicar que no tenía intención de vulnerar el derecho de defensa de los abogados de los principales imputados enel caso Gürtelcuando ordenó la intervención de sus conversaciones en la cárcel sino que pretendía evitar que los millones de euros presuntamente evadidos por esta red corrupta quedaran fuera del alcance de la justicia.

Garzón lleva ya dos años fuera de su despacho de la Audiencia Nacional y durante este tiempo se ha buscado las lentejas en La Haya, Colombia y ahora en Ecuador y Bruselas. Además, ha aprovechado su exilio para aceptar que su descenso a los infiernos pasa por ser condenado y, por tanto, por ser expulsado de la carrera judicial.

Los hados parecieron confabularse a partir del 2008. En este periodo el juez, que ya contaba con una amplia lista de enemigos, pisó los callos a tres instituciones que sin previo acuerdo decidieron que necesitaba un buen correctivo. Y es que en la mesa de su despacho se juntaban causas tan dispares como la suspensión de ANV-acordada el mismo día que el Supremo se reunió para acordar su ilegalización- las denuncias de las víctimas del franquismo a las que no satisfacía la ley de memoria histórica impulsada por José Luis Rodríguez Zapatero y la trama de corrupción vinculada ael caso Gürtel.

CAMBIO DE CRITERIO/El Tribunal Supremo, que hasta este momento había rechazado las miles de querellas presentadas contra Garzón, abrió la mano y de golpe admitió tres demandas presentadas por personajes tan dispares como el sindicato ultraderechista Manos Limpias, Falange, el jefe de la red corrupta, Francisco Correa y su lugarteniente, Pablo Crespo y el abogado José Luis Mazón.

TODO BAJO CONTROL/ El Tribunal Supremo se dividió durante la tramitación de estas causas, pero su heridas no se cerrarán con una absolución de Garzón, dicen fuentes jurídicas. Por ello, los magistrados de la sala penal han llegado a un acuerdo para celebrar sin respiro los dos primeros juicios contra el togado de la Audiencia. Los jueces son conscientes de que el proceso por la memoria histórica es el que levanta más pasiones. Por eso ha sido señalado en segundo lugar -comenzará el 24 de enero- después de que Garzón haya sido apartado y haya protagonizado portadas porel caso Gürtel.

Los siete jueces que conforman el tribunal han cuidado hasta el más mínimo detalle en la sala. Por ejemplo, han recolocado a la secretaria judicial y a un funcionario al lado del tribunal para que Garzón tenga más espacio cuando se siente en la silla de acusados. Y tienen previsto que las botellas de agua de marcas comerciales sean sustituidas por jarras para dar mejor imagen. También se han comprometido a guardar las formas para evitar que el casi centenar de medios de comunicación que van a seguir la vista, de ellos 35 internacionales, les tachen de poco profesionales.

No obstante, estos jueces, cinco conservadores, dos progresistas y un moderado, son conscientes de que su sentencia tendrá consecuencias en una de las mayores tramas de corrupción desarticuladas en este país,el caso Gürtel. De momento, ya han sido anuladas estas intervenciones telefónicas y este caso pende de un hilo si se establece que fue instruido por un juez, Garzón, que recurría a métodos ilegales para conseguir pruebas.

En la vista solo declararán cinco policías como testigos y el abogado Ignacio Pélaez que ejerce también la acusación. Lo más probable es que después de este juicio vuelva a cobrar vida la máxima de un veterano socialista: «A la derecha nunca se la gana en los tribunales».